Muppets 2: Los más buscados

Crítica de Jonathan Santucho - Loco x el Cine

La rana que robó el mundo.

“Estamos haciendo una secuela / Volvemos por demanda popular / Vamos, todo el mundo, ¡juntemos la banda! / Estamos haciendo una secuela / Eso es lo que hacemos en Hollywood / Y todos saben que la secuela nunca es tan buena”. En los cinco minutos iniciales dedicados a este primer número musical, uno ya sabe si está o no a bordo del tren de la rana Kermit y compañía. ¿Cuántos otros films apuntados al target infantil pueden balancear la fórmula de vodevil con comentarios meta (“El estudio quiere más / mientras esperan a Tom Hanks para hacer Toy Story 4“, canta Gonzo) y referencias a la infame El Padrino III así como a El Séptimo Sello? Claro que, como aclara el redondo científico verde Bunsen durante la canción, la incorrectamente titulada localmente Muppets 2: Los Más Buscados (Muppets Most Wanted, 2014) es la séptima continuación con la troupe de marionetas desde la primera película en 1979.

Sin embargo, en cierta forma accidental el error tiene algo de sentido. Después de todo, las criaturas del siglo XXI tienen una diferencia en su anarquía con respecto a la de las originales: mientras que las obras creadas con amor por Jim Henson apuntaban su glorioso descontrol desde el corazón del escenario, los trastos revividos por el director James Bobin, el actor/co-guionista Jason Segel y el cantautor Bret McKenzie usaron la excusa del renacer nostálgico para demoler las butacas del teatro y apuntar a la cuarta pared que los dividía de las audiencias en los cines. En ese sentido, la nueva aventura de los títeres más populares se lanza por el mundo con cañones que disparan imparables gags, al mismo tiempo que se refleja con la misma dureza arrojada desde el balcón por los viejos Statler y Waldorf. La pregunta que vale hacerse, entonces, es si llega a funcionar.

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Arrancando segundos después de la producción de 2011, el siguiente paso para la ex-René, Miss Piggy, Fozzy y el resto tras terminar de reconciliarse es dejar el hogar en una improvisada gira a través de Europa. ¿De quién es la idea? De su nuevo manager, Dominic Badguy (Ricky Gervais, haciendo su algo irritante rutina de ponerse en ridículo con una actitud irónica de reconocerlo); ignoren que su apellido significa “Tipo malo” en inglés, sólo es un inocente francés. Y aunque suena sospechoso, el conjunto firma tras quedar tentado por la idea de dar shows en Berlín, Madrid y Dublín. Lo que no saben es que esto es el plan de Constantine, un anfibio con acento soviético que es casi idéntico a Kermit, y que logra reemplazarlo al dejar que tome su lugar en un gulag siberiano, prisión comandada por Nadya (Tina Fey, exprimiendo la mayor cantidad posible de risa con su humor seco y tono exagerado). Así, el grupo tendrá poco tiempo para darse cuenta del error y evitar ser incriminados por la serie de robos cometidos en la ruta por Constantine y Dominic, quienes apuntan al premio mayor: las Joyas de la Corona en Londres.

Evitando las complicaciones, el realizador Bobin (quien además co-escribe con Nicholas Stoller) dice esto desde el principio: sí, son los Muppets de vuelta, aunque ahora juegan a estar en un film de cárcel, en una historia más del tour europeo, o en un relato de policías y ladrones (otra vez). Carente en gran parte del corazón aportado antes por Segel (el único en no volver para esta segunda ronda) que a la vez beneficiaba a un centro emocional y negaba algo de tiempo más de locura en alambres, esta nueva producción avanza en el mapa de lo gastado con ardiente ironía y un ojo siempre dispuesto al guiño. Sólo basta ver subtramas como la investigación de los delitos en forma de una resumida parodia de la buddy movie con Sam el Águila y un agente de Interpol con aires de Clouseau interpretado por Ty Burrell, o el espacio dedicado a los intentos de Miss Piggy para finalmente concretar la unión con el batracio de sus sueños. Sumado a la vivaz incorporación de Constantine (quien, entre su voz de viejo comunista y actitud confiada, es una mucho mejor suma que Walter, personaje que ahora deja un inexistente impacto tras haber cumplido su propósito de personificar la introducción al nuevo público en 2011) y a los aún pegadizos temas de McKenzie, el film es una catarata de chistes.

MUPPETS MOST WANTED

Pero, aún así, cerca del final no son suficientes las bromas en un terreno que ya vimos cientos de veces, lo cual tampoco es ayudado por la falta del núcleo emocional de Henson y la extrema burla de la estupidez de nuestros protagonistas. Sí, es bárbaro volver a verlos, pero no cuando se tiran tan abajo que arruinan la imagen por la cual son tan queridos. Hacia su conclusión, la película se siente apurada por ir por los lugares comunes, algo que se siente hasta en aspectos como los clásicos cameos, que en esta ocasión se aumentan a decenas (para listar algunos: Lady Gaga, Tony Bennett, Puff Daddy, Celine Dion, Zach Galifianakis, Josh Groban, Salma Hayek, Ray Liotta, Saoirse Ronan, Stanley Tucci y Christoph Waltz) y terminan chocando en apariciones repentinas que se pierden en un parpadeo sin sentido (aunque es admirable la decisión de hacer que Danny Trejo y el ex-Flight of the Conchords Jemaine Clement más protagónicos que gente como James McAvoy y Frank Langella) Al final, Muppets 2: Los Más Buscados se podría comparar con el corto que lo acompaña al principio: Fiestódromo, un segmento de 6 minutos con los personajes de Monsters University usando las puertas de acceso al mundo humano para robarse una fiesta y volverse el alma del campus. Son obras innecesarias y algo vacías, claro, pero que explotan con valor al gusto de todos. Animal está orgulloso.