Mujeres al Poder

Crítica de Javier Luzi - CineramaPlus+

Vintage

Potiche amalgama forma y contenido con lucidez y entrega una primera parte ágil y divertida que se resiente con el regreso de Robert procura retomar el rumbo, volviéndose entonces un poco alargada, más previsible y menos fresca.

François Ozon volvió a abrevar del teatro como en Gotas que caen sobre rocas calientes o en 8 mujeres para seguir contando eso que tanto le interesa como son las historias de mujeres fuertes. Potiche es un típico y clásico vodevil francés de los ‘70 y es así que el director plantó la cámara como si el tiempo no hubiera pasado y reconstruye la estética (con logrados trabajos de arte y vestuario) y la manera de filmar en esos años no sin olvidar actualizar con nuevos trazos algunos apuntes contemporáneos para mostrar que ciertos modos no cambian tanto.

Estamos en la Francia de1977 donde Robert Pujol (Luchini) es el dueño de una fábrica de paraguas que maneja con mano firme y autoritaria. Clisé del empresario que desprecia al sindicato y los representantes políticos afines a los trabajadores, rechaza cualquier consejo de modernidad, tiene como amante a su secretaria, trata a su esposa como un objeto decorativo más de la casa y a sus vástagos como inútiles.

Una enfermedad lo dejará fuera del directorio por un tiempo y su lugar recaerá en las manos de Suzanne (Deneuve), esa señora ama de casa tan sumisa, menospreciada y desvalorizada, quien para sorpresa de todos se desenvolverá con inteligencia y logrará sortear cada uno de los escollos que se le presentan, aliándose a Maurice Babin (Depardieu), -un diputado comunista y ex dirigente gremial que mucho tiempo atrás ha sido su amante-, y pidiendo la colaboración de sus hijos y del plantel de la fábrica, consiguiendo además pingües ganancias. Cuando el ex patrón intente volver a su puesto gerencial las cosas ya no serán como antes, ya no pueden serlo.

Comedia brillante -donde lo retro y lo kitsch se dan la mano-, Potiche amalgama forma y contenido con lucidez y entrega una primera parte ágil y divertida que se resiente cuando el regreso masculino procura retomar el rumbo, volviéndose entonces un poco alargada, más previsible y menos fresca.

Las relaciones y los roles familiares, las disputas de género y de clase, el machismo y el feminismo en la práctica cotidiana como maneras de vinculación y de dominio interpersonal y social son algunas de las observaciones que el guión establece y plantea sin salirse de la liviandad del género ni bajar línea panfletariamente.

Un elenco sin fisuras acompaña a los protagonistas, dos íconos del firmamento francés: Depardieu, que vale lo que pesa, y Deneuve, bella y encantadora como siempre (con el plus del guiño a la maravillosa Los paraguas de Cherburgo).