Mr. Kaplan

Crítica de Laura Osti - El Litoral

Dos personajes en busca de sentido

“Mr. Kaplan”, escrita y dirigida por el uruguayo Álvaro Brechner, está registrada como comedia dramática de suspenso y se basa en una novela de un escritor colombiano: “El salmo de Kaplan”, de Marco Schwartz.

El personaje protagónico, Jacobo Kaplan, es un hombre que, a fines del siglo XX, ha cumplido 76 años de vida y atraviesa por una crisis finisecular de características complejas. Es judío y llegó a Uruguay siendo un niño. En un racconto, el espectador se entera de que el pequeño Jacobo huyó de Europa por orden de sus padres, quienes lo obligaron a emigrar solo, prometiéndole que se reunirían con él más adelante. Algo que al parecer, nunca ocurrió.

Jacobo integra la comunidad judía instalada en algún lugar de la costa uruguaya sobre el Atlántico. Hace 50 años que está casado con Rebeca, con quien ha tenido dos hijos.

En su fuero íntimo, el anciano recuerda aquel episodio de su infancia en que se tuvo que separar de sus padres y se pregunta qué ha hecho de su vida. Se siente en deuda con sus orígenes y mirando televisión, se entera de que en el Amazonas brasileño han encontrado a un ex nazi que era buscado por Israel para someterlo a juicio por los crímenes de la Segunda Guerra Mundial. En el noticiero también se hace referencia a un acuerdo entre los presidentes de Estados Unidos y de Rusia, Bill Clinton y Boris Yeltsin, respectivamente. Hecho que da indicios de la época en que está ambientada la película.

También casualmente, se entera de que en una playa cercana a la ciudad donde vive, hay un hombre solitario que explota un chiringuito, al que le llaman “El Alemán”.

Jacobo asocia la noticia del nazi hallado en Brasil con este otro dato y se propone investigar. En su fantasía, cree haber encontrado la punta del ovillo que lo puede llevar a descubrir a otro nazi, que quizás haya llegado en el mismo barco que aquél. El anciano mantiene en secreto su inquietud y se busca un ayudante, un ex policía borrachín y desempleado, con quien emprende una seguidilla de acciones disparatadas en su plan para desenmascarar a “El Alemán” y hacer que lo trasladen a Israel para ser juzgado.

Paralelamente, Brechner va trazando una pintura costumbrista de la comunidad judía en ese lugar recóndito de la costa uruguaya, con sus prejuicios, vicios y virtudes. También describe la idiosincrasia de la familia que han formado Jacobo y Rebeca, una familia de clase media ubicada un escalón más abajo que el resto de los judíos de la comunidad. Y además, se detiene con especial dedicación en la figura del ex policía y su propio contexto familiar, mostrando una especie de parodia que por momentos recuerda al personaje de Torrente, creación del español Santiago Segura, aunque no tan sórdido.

La propuesta de Brechner está impregnada del humor sutil y melancólico típico de los uruguayos, mostrando a los personajes con sus defectos y miserias, pero también con su costado humano y noble. Una fórmula que da como resultado un producto entrañable y querible, no exento de emoción genuina y profunda humanidad.

El dúo protagónico está a cargo de los actores Héctor Noguera (Jacobo Kaplan) y Néstor Guzzini (el ex policía Contreras), quienes logran una buena química entre ellos, alcanzando momentos verdaderamente graciosos que no eluden la sensibilidad, potenciando cada personaje el delirio del otro y metiéndose siempre en problemas disparatados. El final deja un sabor agridulce en el espectador, porque volver a la realidad tiene un costo que tanto Jacobo como Contreras tendrán que asumir.