Morir como un hombre

Crítica de Cecilia Martinez - A Sala Llena

La Vida es un Calvario

(Advertencia: te cuento un poco el final; a mí me pasó lo mismo pero no me avisaron)

Gamusino: Animal imaginario, cuyo nombre se usa para dar bromas a los cazadores novatos. La broma más habitual consiste en convencer al novato de que el gamusino es un animal esquivo que sólo puede cazarse de noche.

Morir como un Hombre es una de esas películas que me hacen amar aún más el cine y querer hacer crítica. Tiene tantas cosas que no sé ni por dónde empezar.

Tonia es un travesti en constante conflicto con su realidad sexual: el miedo a operarse y cambiar de sexo, por un lado; el deseo de su novio Rosario de que ella se convierta, de una vez por todas, en una mujer, por otro. Durante más de la mitad de la película nos adentramos en el trágico mundo de Tonia: un trabajo como drag queen en un espectáculo que empieza a preferir artistas mas jóvenes que ella; un hijo drogadicto y criminal, con una gran conflictiva de identidad sexual, de la cual responsabiliza a su padre; y, su peor tragedia, su novio Rosario, adicto a la heroína, a quien Tonia trata, a lo largo de toda la película, de rescatar de las drogas. Tonia siente gran devoción por él y es capaz de tolerar hasta las más aberrantes humillaciones y degradaciones, al punto de perdonarlo cuando quema a su amada perrita Agustina.

En un momento determinado, empezamos a ser testigos de cierta transformación en Rosario; comienza a dejar las drogas, vuelve a trabajar (era vestuarista en el espectáculo de Tonia) y empieza a tratar a Tonia de otra forma. La película también empieza a mutar; ya no estamos frente a una historia lúgubre y angustiante, y la tragedia empieza a quedar atrás para dar paso a otra estructura narrativa y a otra estética. Tonia y Rosario se van de viaje, y ese viaje se ve interrumpido por lo que considero el mejor momento de la película, un punto de inflexión, un interludio, a partir del cual nada vuelve a ser lo que era. En el medio de un bosque, en una casa que ya habíamos visto al principio de la película –cuando el hijo de Tonia, en medio de una práctica militar, mata a uno de sus compañeros luego de haber tenido sexo con él– conocemos a María Bakker. Justamente, en la puerta de su casa, está enterrado el soldado “que cayó muerto del cielo”. Y quedamos perplejos, desconcertados, pero a la vez maravillados, ante este personaje exótico, una artista, una cantante, también travesti, que vive con Laura, su ayudante, otro travesti, a quien su padre golpeaba cuando era chica “para hacerla hombre”. No llegamos a entender bien el porqué del encuentro con María Bakker (el director de la película, João Pedro Rodrigues, se refiere a ella como “un doble más sofisticado de Tonia”), pero eso no importa, porque nos zambullimos en esa historia y nos deleitamos ante un sinnúmero de escenas extraordinariamente hermosas y, a la vez, misteriosas. La relación entre María y Laura también es muy extraña, con una mezcla de sumisión, perversión y amor que no llegamos a descifrar del todo. En cierto momento, llega el Dr. Felgueiras y salen todos a cazar gamusinos. ¡Qué escena increíble, por favor!

Un plano fijo, de 4’30’’ de duración, que encuadra a todos los personajes –menos a Tonia que no está presente– sentados en el bosque, con la canción “Calvary” de Baby Dee que suena a todo volumen; toda la pantalla se tiñe de rojo, y nos quedamos ahí, junto con ellos, contemplando el cielo, inmersos en ese momento de éxtasis, paz y profunda dicha. La melodía es terriblemente triste, la letra, desgarradora, y la voz grave de Baby Dee nos trasmite millones de sensaciones, nos llega al alma hasta conmovernos, en una mezcla de Gospel y canción de cuna; y escuchamos una y otra vez los versos y nos transportamos a otro mundo, al mundo de los gamusinos, al mundo de lo imaginario, de lo fantástico.

Baby Dee, una artista transexual de performance, escribe en el blog de uno de sus fans: “…hay una película en cartelera, maravillosamente larga, lúgubre y trágica (llena de sexo gay explícito), que usa una canción mía de una manera sorprendente”. Con respecto a esta escena, Rodrigues dice que la idea era darle a la película un aire de género musical y film mudo, en los cuales la acción se detiene cuando suena la música, y a la vez introducir esta sensación fantasmagórica que brinda el bosque y el misterio que él encierra. El uso de la música en la filmografía de Rodrigues es bastante particular; las canciones acompañan escenas, como la del bosque, de extrema quietud y de cierta experimentación, y en general provocan un quiebre en la estructura narrativa. En muchas escenas, son los personajes quienes interpretan temas musicales, ya sea cantándolos o tarareándolos. Este rasgo, entre otros, hace de Rodrigues un director poco convencional. Si bien muchas veces se lo compara con Pedro Almodóvar, Rodrigues hace brillar sus películas gracias a su audacia, su realismo y su retrato crudo y carnal de las historias que filma, características que lo diferencian del mencionado director español. Tanto en Morir como un Hombre como en sus dos películas anteriores, O Fantasma y Odete, aborda temáticas controversiales (transexualidad, prostitución, homosexualidad, perversión) pero logra escapar de los clichés en los cuales suelen caer las películas de ese estilo. El hecho de no mostrar a Tonia sobre el escenario es una excelente maniobra para escapar del estereotipo del drag queen. En sus películas no hay juicios de valor, no hay apreciaciones morales, solo la representación de la usualmente trágica vida de sus personajes.

Y, volviendo a la magia de la escena de “Calvary”, y como bien dice Baby Dee, la película es todo eso: lúgubre, trágica y sorprendente. Y esa paz y esa serenidad que sentimos a partir de esa escena inundan el resto de la película hasta el final, un final trágico, sin dudas, y conmovedor, en el que Tonia decide, ya que ha vivido como una mujer (o ni siquiera, porque no ha sido “ni carne, ni pescado”), morir como un hombre, con todo el dolor del mundo por no haber podido cumplir su sueño de ser mujer, por no haber podido escapar de su destino, pero con el consuelo de tener a Rosario, incondicional hasta la muerte, junto a ella.

“Levanta tu cruz y sigue, ¿no me quieres seguir? Despierta, despierta en medio del dolor, despierta en medio del Calvario.”