Mis tardes con Margueritte

Crítica de Blanca María Monzón - Leedor.com

Es la historia de un hombre y una mujer que se encuentran una tarde cualquiera en el banco de una plaza. Uno cuenta las diecinueve palomas que caminan a su alrededor y el otro las va señalando por su nombre.

El tiene alrededor de 50 años y ella 95. La ingenuidad de él, sumada a un cierto analfabetismo, hace de este encuentro algo inusual y poético.

Ella ha sido una científica que vive en un asilo para ancianos, y es mantenida por un sobrino desde Bélgica. Su vida hasta ese momento han sido sus libros, de los cuales vive rodeada. El amor por la literatura de Margueritte y el desconocimiento absoluto de Germain hacen, que a partir de esta aparente dicotomía, se construya un vínculo afectivo basado en él descubrimiento de la misma.

El primer puente entre ambos será la lectura de "La Peste" de Albert Camus, un pasaje donde las ratas van invadiendo un edificio. Allí Germain imagina la escena y va surgiendo en él una sensibilidad escondida.

El relato va y viene del presente al pasado, mediante flashbacks, que muestran una niñez de abandono emocional, tanto por su madre, como por la escuela.

Jean Becker (Conversaciones con mi jardinero, La fortuna de vivir) da cuenta en su filmografía, de una voluntad de elegir historias sencillas, en este caso pueblerinas, casi detenidas en el tiempo, alejadas del ritmo de un mundo globalizado, donde sus criaturas son dueñas de sentarse a charlar en una plaza, de compartir con los amigos en la taberna, de vivir en parte del cultivo de una pequeña quinta en su casa…. De ese mismo modo, “pueblo chico, infierno grande” un niño puede detenerse en una edad como persona ávida de conocimiento. Al cual no tuvo acceso, y creer que no sirve para nada, porque no tuvo la suerte de tener los maestros adecuados, o porque nació en una familia disfuncional.

Quizás por esa misma razón, un niño, que no es amado tiene aún todo para descubrir y aprender.

Mis tardes con Margueritte es un film de esos, de los que una se retira inevitablemente con una sonrisa, porque eso es lo que pretende arrancar, una cálida y suave emoción, donde se habla del amor, aunque también se muestre como contrapartida a la violencia. Y donde predomina la esperanza, de que nunca es tarde para aprender, ni para construir una relación basada en el amor y el respeto mutuo. Y que la solidaridad también es posible.

Con una madre un poco estereotipada, y con una novia idílica y bella, como todas las partenaires, a las cuales nos tiene acostumbrados en casi todos sus trabajos Depardieu. (Quien tiene alrededor de 150 films en su haber) La tête en friche es una historia al borde de una fábula, con un hermoso final. Un film recomendable en todos los sentidos, además de una cuidada adaptación de la novela homónima de Marie- Sabine Roger.