Mis días con Gloria

Crítica de Miguel Frías - Clarín

El tiempo pasa...

En el filme de Juan José Jusid, Sarli encarna a una veterana diva.

Instrucciones para disfrutar de Mis días con Gloria . Tomarla como lo que pretende ser, y es: un filme clase B. Aceptar que el punto anterior es coherente con un homenaje a Isabel Sarli (gracias, Coca, por tanta rateada en cines y ratoneada preadolescente en salas de barrio). Descubrir, por qué no, las bondades de Isabelita, Coquita, hija de Sarli, que, en su primera aparición en cine, mantiene sexo con Luis Luque: adecuado protagonista del filme, un asesino a sueldo, siempre al borde del estallido, devorado por la culpa.

Lo de instrucciones, obviamente, no responde a la petulancia de explicar cómo se debe ver una película. Responde a la aclaración de que Mis días… , dirigida por encargo por Juan José Jusid, no es una gran película. Pero sí disfrutable, por la reaparición de Sarli haciendo, en parte, de sí misma, y con constantes guiños a su carrera y a algunos clásicos internacionales como Sunset Boulevard , con Gloria Swanson.

La Gloria encarnada por la Coca es, también, una vieja diva viviendo de recuerdos, ya muy cerca del fin, pero maternal con el personaje atormentando de Luque, que se llama Roberto Sánchez: las evocaciones siguen.

Por su trama, Mis días con Gloria es una mezcla de melodrama que hace eje en el paso del tiempo, el remordimiento y el sometimiento, con un policial nacional bien ochentista, con su acción no siempre bien justificada, con su cuota de sexo, sus excesos, su cursilería sentimental y su héroe/antihéroe arrepentido.

Luque es el personaje que lo interpreta: está, como el de Sarli, solo y acorralado, pero en su caso por un policía corrupto: Nicolás Repetto, en un rol desbordante cargado de clichés, en el que cuesta dejar de verlo como conductor televisivo.

Desprolija aun en su montaje, la historia, a pesar de todo, mantiene su tensión, su ritmo y, en parte, su misterio. Cuando intenta abrirse en demasiadas subtramas, comienza a hacer agua. Pero el tributo a Isabel Sarli, y su final emotivo, en diálogo con su pasado de gloria, la mantienen bien a flote.