Mis días con Gloria

Crítica de Javier Luzi - CineramaPlus+

Añoranzas

La evocación y el homenaje se dan la mano y una pátina de nostalgia y melancolía va cubriendo la trama.

Mis días con Gloria es una película de regresos. Juan José Jusid hacía varios años que no filmaba. Y la Coca, otros tantos que no protagonizaba. Y el mismo relato trabaja el tópico de los retornos para saldar cuentas con el pasado o para intentar regresar a esos lugares de donde partimos y descubrir, al fin y al cabo, que ya no hay dónde volver.

Roberto es un asesino a sueldo en una ciudad de provincias, amparado y empleado por la fuerza policial. Arrastra una culpa que lo está matando (una muerte accidental, como no puede ser de otra manera en estos casos) y quiere abandonar su profesión, pero no es tan fácil salir de determinados sitios. Gloria es una actriz que ha sido muy famosa y ahora está muriendo y quiere intentar reparar un error del pasado y para eso viaja al pueblo que la vio nacer. Estas dos vidas, en caída libre, se cruzarán casualmente y se acompañarán en el tiempo que les queda sin decirse cuáles son sus cuitas y sin saber cuánto se están ayudando mutuamente.

Elaborado como un policial de esos que revisitaron el género en los ‘80, -y pueden leerse como un seleccionado clase B-, y el melodrama de personaje femenino con conflictos maternales, el filme ofrece una historia que no por conocida resulta agotada. Correcta en los rubros técnicos, con clisés y estereotipos y frases irrisorias en lo que respecta al guión y con algunas falencias en lo actoral, la película trabaja un plus que no se puede ignorar. Como en aquellos tiempos del star system hollywoodense en los cuales la estrella sumaba su estela a los roles que interpretaba, la imagen icónica de Isabel Sarli tiñe toda la cinta. No sólo su halo personal se impone y ofrece una interpretación contenida (acostumbrados a los excesos propios de sus colaboraciones con Armando Bó) sino que la misma película juega, utilizándolas a su favor, con esas innumerables y recordadas imágenes que el cine puede aportar dada su mítica carrera.

La evocación y el homenaje se dan la mano y una pátina de nostalgia y melancolía va cubriendo la trama y el visionado para quien se deje llevar. Quiero ser sincero, no he sido espectador directo de los exitosos tiempos de la dupla Sarli-Bó, -no me da la edad-, pero los recuperé tiempo después y aprendí a quererlos, y a pensarlos desde lo kitsch y lo camp, y seguramente estuve predispuesto a captar este sentimiento, pero me parece que más que una sensación es algo que se puede analizar y hallar en Mis días con Gloria. La protagonista mirando sus viejas películas en la pantalla de un televisor, tirada en un sofá, bebiendo whisky, en deshabillé, además de aportar a la trama actúa simbólicamente como una remisión directa a la Norma Desmond-Gloria Swanson de Sunset Boulevard, y a la misma Coca. Por supuesto que hay citas que replican mejor que otras, también está el Roberto Sánchez de Luis Luque.

Más allá de la herencia planteada en la incorporación de Isabelita Sarli como relevo “cárnico” de su madre, se la nota principiante en estas lides, pero la elección inentendible es la convocatoria de Nicolás Repetto en un papel importante y que definitivamente le queda grande.

El cine a veces puede funcionar como una manera de reflejar algunos fantasmas, tiempos idos que se plantan frente a nuestras retinas y entre las brumas nos trasladan a un ayer para confirmar que hay bellezas que sí fueron reales y no un producto de nuestra imaginación.