Mil veces buenas noches

Crítica de Diego Batlle - La Nación

Sólo Binoche sale airosa

El director noruego Erik Poppe fue un reconocido fotógrafo de guerra y en esta película reconstruye su propia historia en zonas de conflicto, pero con una actriz como la francesa Juliette Binoche convertida en su álter ego.

El film arranca con una tensa secuencia ambientada en Kabul, donde Rebecca (Binoche) sigue a una joven que ha decidido inmolarse con su cuerpo cargado de explosivos. Un error suyo hace que la mujer-bomba estalle antes de tiempo y esa decisión casi le cuesta la vida. De regreso a su casa en Irlanda, Rebecca se encuentra con un ultimátum por parte de su marido Marcus (Nikolaj Coster-Waldau, visto en Game of Thrones): deberá elegir entre su carrera (es una de las cinco fotógrafas top) o su familia (la pareja tiene dos hijas). En medio de la angustia y la culpa, la protagonista decide abandonar sus riesgosos trabajos y dedicarse a la vida hogareña, pero las contradicciones, tentaciones y decepciones no tardarán en aparecer.

Un viaje aparentemente sin riesgos a un campo de refugiados en Kenia acompañada por su hija mayor (una adolescente) termina con Rebecca en medio de un tiroteo entre dos bandas antagónicos. Cuando Marcus se entera, la relación se termina por derrumbar.

El realizador de Aguas turbulentas construye intensas secuencias en Afganistán y Kenia, pero los conflictos familiares -que son el corazón de la película- resultan por demás obvios, torpes, maniqueos y subrayados con una música recargada e intrusiva. Binoche intenta darle algo de profundidad a su personaje, pero el material es tan elemental, con tan pocos matices, que ni siquiera una actriz de su categoría es capaz de rescatar a este film del naufragio.