Mi villano favorito

Crítica de Romina Gretter - El rincón del cinéfilo

“Mi villano favorito” narra la historia de Gru, un villano que pese a su maldad, cuenta con una enorme cuota de carisma para perpetrar sus planes. Él, junto a la ayuda de su ejército de minions (unos simpáticos hombrecitos amarillos, algo similares a los muñequitos del juego pacman) busca realizar el robo más grande de todos los tiempos: apropiarse de la luna. Es a partir de ese momento que se desatan una infinidad de situaciones descabelladas y divertidas. Sin embargo, la aparición de un trío de huerfanitas que Gru adopta –como parte de su malvado plan- trastocarán bastante su vida, al punto de dejar de ser el villano que al comienzo conocimos.

Dirigida por Pierre Coffin y Chris Renaud y producida por Universal, aparece en nuestro país en sus dos versiones: 2D y 3D. Si pudiéramos acceder a la versión original (aunque con subtítulos) podríamos disfrutar de las voces que Steve Carrel y Julie Andrews, les pusieron a los personajes de Gru y de la madre, respectivamente.

Si en “Up” (2009) la audacia estaba en tener a un viejo cascarrabias como protagonista, “Mi villano…” transgrede como su título mismo lo indica, con un malo con mucha “onda”, que lejos de asustar, nos atrae. Aún así, la bajada política siempre está presente en las obras norteamericanas (también las orientadas al público infantil) aunque en este caso quizá de modo solapado. ¿En qué lo notamos? Gru no es norteamericano, y tiene un fuerte acento típico de algún país del este.

En “Mi villano favorito” hay guiños y referencias a otras producciones, y es en esos momentos donde la realización pierde frescura y claro está, originalidad. Porque a medida que el conflicto avanza, la historia se hace más y más predecible, y el devenir del lado bueno y bondadoso del protagonista se vuelve ya inevitable. Si en un comienzo, parecía que Gru iba a llevar adelante su perverso plan, el cual se inscribía dentro de una trama compleja y curiosa, el ingreso en la historia de las tres niñitas huérfanas, hecha por tierra todo ello.

Absolutamente alejada de la poética lograda por “Up” y especialmente por “Coraline”, en está producción, otra vez la técnica del 3D aparece vacía. ¿De qué? De una verdadera intención estética y por ende ética, utilizada en función a la acción dramática del film.

El augurado futuro del cine en 3D, con este tipo de obras se presenta bastante endeble y poco ambicioso. Pero no abarquemos más de lo que esta película de animación puede dar de sí.

“Mi villano favorito” es una propuesta apenas correcta y entretenida. Pero los niños desde hasta once o doce años, sin dudas deberían disfrutar más que la cuarta y última entrega de Shrek.