Mi villano favorito

Crítica de Rodolfo Bella - La Capital

Un grandiulón que sólo aspira a ser el malo más admirado del universo.

“Soy la mente criminal más grande del universo” exclama Gru. Una afirmación tan desmesurda suena graciosa en boca de ese personaje de mirada alocada, ceño fruncido y sonrisa permanente. que sueña con robar la luna. Para ello cuenta con la ayuda del doctor Nefario y los Minions, unos seres amarillos con tanta inocencia como entusiasmo para apoyar los planes más alucinados de su jefe. Sus planes se complican cuando aparecen tres huerfanitas muy simpáticas y perseverantes que amenazan con descongelar su corazón helado.
Gru, un grandulón con aspecto de tío Cosa y una versión masculina de "Las trillizas de Beleville", y el carácter agrio del Scrooge de Jim Carrey, es el antihéroe de este filme que encuentra justificación a sus delirios en una madre que nunca lo valoró. A pesar de cierta linealidad inicial, “Mi villano favorito” se despega de otras animaciones por varias razones: no hay buenos y malos. Sólo hay un héroe muy malo (aunque en el fondo de corazón tierno) con lo cual rompe la estructura del relato tradicional. Su objetivo es utópico: robar la luna. Y sus secuaces, los Minions, tienen un efecto disruptivo, con su aspecto extraño y unos sentimientos contradictorios muy humanos.