Mi villano favorito

Crítica de Hugo Fernando Sánchez - Tiempo Argentino

Malo por historia, noble por elección

Mi villano favorito es la primera película de la alianza entre Illumination Entertainment y Universal, y sin lugar a dudas, un motivo serio de preocupación para Pixar y DreamWorks, los gigantes de la animación.

Si en el pasado el rubro estuvo dominado por Disney y Warner, más acá en el tiempo, los creadores de Toy Story, Up y Los increíbles (Pixar) o Shrek, Kung Fu Panda y Hanz (DreamWorks), se convirtieron en los jugadores más fuertes de los dibujos animados a nivel mundial. Y aunque cada tanto alguien se anima a pelearles el liderazgo –el intento más reciente fue el de los españoles, con Planet 51–, es difícil superar el nivel de sofisticación que alcanzaron ambos. Pero el film dirigido por la dupla Coffin-Renaud lo consigue con varios aciertos: humor inteligente y disparatado, emoción, ternura auténtica y sobre todo, personajes nobles y queribles.

Empezando por su protagonista, Gru (con la voz de Steve Carrel), un villano de piernas flacas, torso enorme y cabeza afilada, una mezcla entre el tío Lucas de Los locos Adams y el Dr. Evil de Austin Powers, que quiere dejar su marca en el mundo con emprendimientos tales como robar las pirámides de Egipto o reducir y apropiarse de… la Luna. Para estas empresas megalómanas y dignas de Pynky y Cerebro (“¡Vamos a tratar de conquistar el mundo!”), cuenta con la ayuda de un científico convenientemente loco y lleno de recursos a la hora de fabricar los aparatos que necesita para sus fechorías, más un ejército de torpes criaturas idénticas y anónimas (al estilo de los Oompa Loompas de Charly y la fábrica de chocolates).

La lucha por el liderazgo del mal contra Vector, un villano más joven, encuentra a Gru con un presente lleno de problemas que arrastra desde una infancia desdichada, en buena parte gracias a su tiránica madre (Julie Andrews). Pero tres huerfanitas que entran inesperadamente a su vida (recordar Una serie de eventos desafortunados, con Jim Carrey), lo ayudan a encontrar el punto débil de su rival, le dan la oportunidad de redimirse y encontrar el amor, y hasta logran que abandone la nociva práctica de pincharle los globos a los niños en la calle.

Mi villano favorito es un film divertido, lleno de referencias cinéfilas y televisivas, que apuesta fuerte en un área monopolizada por unos pocos, con un respeto genuino por el género.