Mi villano favorito 2

Crítica de Ramiro Ortiz - La Voz del Interior

Condenado a hacer el bien

Los Minions. Así se llaman los simpáticos, veloces al hablar y un poco bruscos responsables de la campaña publicitaria que puede convertir a Mi villlano favorito 2 en un éxito que iguale o incluso supere a la primera película de esta franquicia, que llegó a colocarse en el puesto 72 entre las películas más taquilleras de todos los tiempos en EE.UU. Esos inclasificables seres amarillos se robaron las miradas en las colillas, y desde mucho antes del estreno parecen estar invadiendo el planeta, dominando desde las hamburguesas hasta los emoticones de Facebook.

Pero estos pequeños se reparten el protagonismo en la historia principal de la trama. Gru es un villano que luego de descubrir el amor por tres niñas huérfanas en la primera parte se ha regenerado y vive sólo para ellas. Pero como suele suceder en las películas de malos, él no ha perdido las mañas (como que manda al perro a hacer sus necesidades sobre las flores del vecino) y el pasado vuelve un día a buscarlo.

En esta oportunidad, lo convocan para resolver un misterio. En el Polo Norte, una nave imán se ha llevado una base científica completa, arrancándola de cuajo del hielo. Gru debe enfrentarse a rufianes de su talla.

La película va corriendo así en un formato que mezcla la comedia negra, con el thriller, y por supuesto con la fantasía, sin comprometerse demasiado en serio con las emociones.

Los colores, el sonido, los tipos y funciones de los personajes son buenísimos. Realmente, se puede tomar conciencia viendo esta clase de productos de por qué impera la era de lo audiovisual, y es que no hay dudas de que el capital y las neuronas se ocupan de ofrecer experiencias sensoriales que entran sobre todo por los ojos, creando formas, texturas, atmósferas y escenarios francamente sorprendentes.

El humor es la regla a seguir en la película, y el slapstick (los chistes físicos) tienen un buen despliegue con los Minions. Por ejemplo, en la escena (que ya se vio en el tráiler) en que uno de ellos es arrastrado por un vehículo, primero por el piso y luego por el aire, y por el medio de las calles de un vecindario.

Una propuesta que quizá no tiene el fuego sagrado de los mejores exponentes de la animación, pero que de todos modos resulta bien entretenida.