Mi semana con Marilyn

Crítica de Daniel Castelo - Infonews

Una historia real con la rubia de Hollywood

La dificultad de encarnar a Marilyn Monroe en el cine es uno de los grandes karmas de las actrices de Hollywood. En esta ocasión un especialista en la realización de películas para TV es quien se hizo cargo de dirigir a Michelle Williams, la rubia a la que vimos sufrir en Blue Valentine y que aquí se pone la ropa, el pelo y las formas del gran mito rubio del cine.

En 1956, la actriz, que ya había hecho explotar las hormonas de millones de personas alrededor del mundo, llegó al Reino Unido para protagonizar con Sir Laurence Olivier la película El príncipe y la corista, dirigida por el actor inglés. En esa ocasión, un joven novato, de 23 años, recién llegado al mundo del cine, consigue un trabajo como asistente de dirección y se ve en medio de una relación de amistad, contensión, y algo más, nada menos que con la mujer más deseada de la historia del espectáculo.

La historia, real, basada en un libro del protagonista y siempre desde su punto de vista, retrata una vivencia que lo atravesó y marcó para siempre, según sus propias palabras. Su semana con Marilyn fue lo más cercano a un cuento de hadas que este pequeño personaje de la industria transformó en un hecho vital. No todos los días se tiene la oportunidad de ser confidente, amigo íntimo, oreja siempre lista del máximo sex symbol contemporáneo.

Simon Curtis pone oficio en una película con el interés propio que despierta cualquier figura mítica, con el agregado de contar con un elenco sólido. Sin embargo, la sorpresa llega desde el lado, precisamente, de su protagonista y narrador, ya que la performance de Eddie Redmayne (a quien vamos a ver en la versión que Tom Hooper prepara de Los miserables) se lleva todos los aplausos.

Por su parte, Michelle Williams, actriz de indiscutible talento, en tanto, logra una buena composición, sin caer en intentos de imitación y logrando gestos de comprensión de su personaje, quizá el más "real" que le haya tocado en suerte. Todo esto, por supuesto, más allá de las diferencias evidentes e insalvables entre los rostros de Marilyn y Williams. El resto acompaña con sustancia; con Kenneth Brannah y Judi Dench al frente de un cast de secundarios de peso, centrales para la trama.