Mi gran oportunidad

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

El que no arriesga, no gana

El director de “El Diablo viste a la moda” toma al tenor Paul Potts, primer ganador de un reality, y cuenta su historia de superación.

Los guiones que se basan en historias de superación de la vida real tienen un handicap, pero también algnas contras. Y más aún cuando el personaje es contemporáneo, la gente tiene fresca su historia y, aún más, como es el caso de Paul Potts, surgió y ganó un reality televisivo...

Potts triunfó en la primera edición de Britain's Got Talent, en 2007, y no por cantar baladas o pop. Paul era un aficionado a la ópera, pero que la pasó mal -muy mal- ya desde pequeño, cuando el término bullying no se había acuñado ni mediatizado como en el presente. "Si no se arriesga no se gana", le dice su novia. Y tiene razón.

El filme, de David Frankel, cuyo as en la manga es haber dirigido aquella brillante comedia que fue El Diablo viste a la moda, toma a un personaje entrañable y lo vuelve más querible aún. Y a aquéllos que conocen la vida real de Potts, la versión les resultará resumida y/o pasteurizada. Para los que sólo saben que triunfó de inmediato en cuanto cantó la primera nota de un aria ante el jurado que integraba Simon Cowell, conocido por su sarcasmo (y que hace de sí mismo en el filme) la película es, si cabe, mucho más disfrutable.

Es que cuando la emoción es la que tiene que saltarle a los ojos al espectador, es allí donde, pese a algunas notas falsas, da en el blanco.

A Paul, el personaje, lo rodearon de familiares que son, mire, como para la mesita de luz. Desde su novia y esposa -Alexandra Roach, que hacía de joven Margaret Thatcher en La Dama de hierro- hasta sus padres, interpretados por Julie Walters y Colm Meany, que cada vez que abren la boca lo hacen siguiendo un arco dramático previsible, pero bien llevado y sumamente entrador.

James Corden debió engordar unos kilos para dar con un phisique du rol que se asemeje a Potts, pero lo suyo no pasa por la apariencia ni la gestualidad. Lo suyo es generar empatía con el público. Y lo hace.

Es que Paul, de no ser por su peso, también es para la mesita de luz. Es un naive, un tipo común que tiene un sueño, pero él lo cumplió. Ya lo dijo un coterráneo suyo, un beatle. Pueden decir que Paul es un soñador, pero seguramente no el único, y ésos que son como él seguro se deleitarán con Mi gran oportunidad más que otros.