Mi gran boda griega 2

Crítica de Paraná Sendrós - Ámbito Financiero

Las bodas griegas aún consiguen entretener

En 2002 la comedia romántica "Mi gran casamiento griego" fue toda una sorpresa en la taquilla, y hasta consiguió una nominación al Oscar al mejor guión para la protagonista y autora del argumento original, Nia Vardalos, que mostraba un ojo agudo para satirizar la comunidad griega y los enredos que podían ocurrir cuando una mujer de ese origen quería casarse con alguien ajeno a su círculo social.

La película original recaudó más de 300 millones de dólares en todo el mundo, pero salvo los fans a muerte del primer "gran casamiento griego", al resto de la audiencia tal vez le cueste un poco ubicarse otra vez en medio de estos extrovertidos personajes que, por uno de esos milagros de las secuelas, están interpretados en su mayoría por los mismos actores y actrices que aquella primera vez.

Ahora la misma pareja que se quería casar en el primer film sigue teniendo que sobrellevar la cariñosa pero abrumadora omnipresencia de toda la familia griega, mientras intenta sin mucho éxito no hacerle lo mismo a su hija de 17, que tiene ideas distintas de la vida que ellos.

Pero la boda a la que se refiere el título tiene que ver con una falsa boda ocurrida décadas atrás, nada menos que con los padres de la protagonista (Lainie Kazan y Michael Constantine) dado que el sacerdote que los casó en el altar se olvidó algunos trámites que provocan que la unión no sea del todo legal.

"Mi gran boda griega 2" no es un dechado de originalidad ya que, como es de suponer, intenta más que otra cosa repetir la misma fórmula del sorpresivo éxito de 2002. A su favor se puede mencionar el buen elenco, los gags divertidos y la colorida dirección de arte para todo lo que tiene que ver con el kitsch de esta familia, que en cualquier momento reaparecerá en una tercera parte.