Mi abuela es un peligro 3

Crítica de Emiliano Fernández - CineFreaks

Ese gustito por el humor chabacano...

¿Qué se puede escribir acerca de un mamarracho insalvable como Mi Abuela es un Peligro 3 (Big Mommas: Like Father, Like Son, 2011)? Estamos hablando de la última entrada en la saga de Martin Lawrence quien, bajo la excusa de interpretar al agente encubierto del FBI Malcolm Turner, sigue ventilando su consabido gusto por el humor muy chabacano (a esta altura podríamos afirmar que es algo compulsivo). En esta oportunidad Turner une fuerzas junto a su “hijo” Trent (Brandon T. Jackson toma la posta de Jascha Washington).

Además de ser uno de los actores más odiados e insufribles de Estados Unidos, a Lawrence por lo general se le achaca el no haber ofrecido ni siquiera un film decente a lo largo de su carrera, circunstancia que no es tan así porque en sus inicios formó parte del pelotón de Haz lo Correcto (Do the Right Thing, 1989) de Spike Lee: consuelo irrelevante o excepción que confirma la regla, queda en cada uno elegir la respuesta adecuada. Por otro lado, el caso de Jackson es menos grave ya que recién está comenzando y hace poco participó en la excelente Una Guerra de Película (Tropic Thunder, 2008) componiendo a “Alpa Chino”.

Mientras que Mi Abuela es un Peligro (Big Momma´s House, 2000) apuntaba a un “público adulto” aunque con un coeficiente mental calamitoso y Mi Abuela es un Peligro 2 (Big Momma´s House 2, 2006) estaba dirigida al “sector familiar” con una capacidad intelectual similar, ahora la presa a engullir son los adolescentes. Precisamente los responsables del convite decidieron ambientar la acción en una Academia de Artes para jovencitas, volcar la balanza hacia el personaje púber de Trent e incluir un manojo de segmentos musicales orientados al soul y el hip hop: la jugada resulta bastante patética y abarca muchos clichés.

El paupérrimo realizador televisivo John Whitesell y el guionista Matthew Fogel repiten las estupideces de las anteriores y para colmo no consiguen despertar ni una mísera sonrisa. Todos los involucrados deambulan perdidos en una trama sin alma o convicción que gira alrededor de una suerte de competencia entre los Turner y la mafia rusa por un pen drive con datos incriminatorios: la propuesta funciona como un desastroso sketch de un solo chiste de alguna sitcom berreta norteamericana que ha sido extendido sin el más mínimo sentido a tres largometrajes que bien podemos ubicar entre lo peor del cine contemporáneo.