Matrimonio

Crítica de Diego Batlle - Otros Cines

Amargo y melancólico

Molly (Cecilia Roth) y Esteban (Darío Grandinetti) conforman un matrimonio en crisis. O, aún peor, desgastado por la rutina, erosionado por el tiempo, dominado por el hartazgo y la resignación, de esos que siguen juntos tras más de 20 años a puro “piloto automático”. El es un obsesivo y neurótico publicitario que no tiene las agallas suficientes como para plantear el divorcio; ella es una compositora musical traumada, que vive entre la hipocondría (ataques de pánico permanentes), la depresión y la tentación de un affaire. Tienen una hija que está en Viena, pero la hipocresía hace que le digan que está todo bien.

Jaureguialzo (Tres pájaros) plantea con trazo bastante grueso esta típica situación y luego expone 24 horas en sus vidas desde la perspectiva de cada uno de ellos. Hay algo de estructura de guión “moderno” (con esa idea del primer Tarantino en la que la misma historia se narra desde diversos puntos de vista), pero en el contexto de una película de “cámara”, de reminiscencias bergmanianas, que luce un poco avejentada, bastante demodé en su impostación, con ciertos diálogos y pensamientos (trabajados con voz en off) demasiado obvios y solemnes.

El director y su guionista dicen haberse inspirado nada menos que en el Ulises, de James Joyce, “con la ciudad de Buenos Aires como background”. Ni semejante referencia literaria ni las locaciones urbanas son aprovechadas en un film que resulta correcto y cuidado desde lo formal, pero que jamás alcanza la intensidad emocional buscada (o necesaria) y que desaprovecha no sólo las posibilidades del dúo protagónico sino también a unos buenos intérpretes que deben conformarse con personajes secundarios sin un mínimo desarrollo ni interés. Un film que no irrita, es cierto, que no da vergüenza ajena, pero que tampoco logra trascender una medianía permanente con su mirada intimista y psicologista, el rostro desencajado de Roth, la mueca triste de Grandinetti y las melancólicas melodías de piano. Demasiado poco para la expectativa que generaba la presencia de dos figuras importantes del cine de las últimas tres décadas.