Mar del Plata

Crítica de Fernando Sandro - El Espectador Avezado

La ciudad de Mar del Plata ha servido de inspiración para nuestro cine de diferentes maneras, ya en el cine en blanco y negro hay antecedentes de películas que servían como vehículos para músicos y cantantes, o para llevar a estrellas de la televisión a la pantalla grande; en los ’70 y los ’80 se volvió a recurrir para filmar distinto tipo de aventuras veraniegas, desde La Playa del Amor, Maridos en Vacaciones, la saga de Los Bañeros (que dentro de poco reestrena su primera parte), y hasta recientemente la parodia/homenaje a aquellos films Dos locos en Mar del Plata.
También, el lugar de los lobos marinos fue escenario de varios dramas con el mar de fondo, pero este no es el caso de Mar del Plata, la ópera prima de Ionathan Klajman y Sebastián Dietsch, quienes vuelven a recurrir al viejo slogan de “La Feliz”.
Joaquin es abandonado por su pareja, casualmente le regalan un viaje a la ciudad del título y decide invitar a su amigo David, que también fu abandonado, a que lo acompañe y así pasen un fin de semana juntos a pura diversión marplatense; situación ideal dado que ambos atraviesan profundas crisis internas. ¿Cuál es la idea? Olvidarse de la palabra madurez, hacer de cuenta que el tiempo no pasó, y ser como dos chicos, por lo menos por un finde.
Klajman y Dietsch, con guión del primero, plasman en pantalla varias influencias, por supuesto, hay algo de homenaje a las películas antes mencionadas y que de alguna manera son de culto para quienes de chico las veían, aunque sea, por televisión o la fueron a ver con sus padres al cine.
También hay algo de comedia indie norteamericana, con esa carga entre idílica, de humor ácido cuasi negro, y de adultos que tienen que comportarse como chicos y viceversa, por ejemplo la estrenada la semana pasada Un camino hacia mi, también ubicada en escenarios balnearios.
Si miramos muy fino se podrán encontrar referencias o similitudes con otros films de nuestro cine, como Solos, Nadar Solo, o Regresados. Por último, si alguien recuerda el oportunismo de extender tiras televisivas (sobre todo juveniles) de mucho éxito con éxitos teatrales veraniegos, hay también algo de esas historias anecdóticas y laterales.
Mar del Plata es un film simpático, con pocas ambiciones, bien interpretado por Pablo Perez (Joaquín) y Gabriel Zayat (David), que no busca otro propósito que la diversión directa, la gracia algo tonta (aunque muy bien lograda), y la identificación generacional con el dúo de protagonistas.
Hay alguna mirada al universo masculino y alguna lectura sobre sentimientos y carga psicológica, pero no son las búsquedas primarias. Si quieren pasar una hora veinte de pura diversión relajada, Klajman y Dietsch se las ofrecen sin desmerecer al film en cuestiones artísticas, esto ya es todo un logro.