Mamá

Crítica de Rodolfo Bella - La Capital

El mal nunca descansa

“Sexto sentido”, “Agua turbia”, “El orfanato”, “Sinister” son sólo algunas películas de terror con niños en peligro. Los chicos, casi siempre, se manifiestan a través de dibujos desconcertantes. Hay puertas que se cierran, luces que fallan, sombras, corridas y miradas fuera de cuadro. También presencias sobrenaturales espeluznantes envueltas en andrajos que atormentan o cooptan a los pequeños, que dejan manchas en paredes y techos, que se esconden en placares. Y por supuesto, en ocasiones, no faltan cabañas en el bosque, algo que viene sucediendo desde que los hermanos Grimm recopilaron en el siglo XVIII la tradición oral alemana y dieron forma a un cuerpo narrativo que continúa adaptándose hasta la actualidad. En “Mamá”, del argentino Andrés Muschietti y con producción de un especialista en el suspenso como Guillermo del Toro, suceden cosas similares a muchas de las que ocurrieron antes. En este caso, las asustadas son dos niñitas que permanecieron perdidas en un bosque cinco años hasta que son halladas en estado casi salvaje y luego readaptadas, pero no liberadas, de una presencia que las perseguirá, a ellas, y después, a su tío y a la novia de su tío. Muschietti, sin embargo, lleva adelante muy bien esta producción, en la que se destacan los actores adultos y las dos sorprendentes pequeñas actrices, pero pierde parte de la efectividad cuando apela a mostrar antes que a insinuar, una decisión más efectiva en términos de recaudación (es una de las más taquilleras en Estados Unidos y en España). Así, el resultado es menos siniestro y ominoso: siempre es más fácil neutralizar aquello que se reconoce y encuadra.