Mamá

Crítica de Fernando Sandro - El Espectador Avezado

¿Cuánto vale poder pegarnos unos buenos sacudones en la comodidad de la butaca en medio de la oscuridad de una sala de cine?, los seguidores del género del terror saben que esa puede ser una sensación inigualable, en definitiva ¿no es buscando eso que se paga la entrada?; y cuánto más vale si estamos en presencia de una película que se destaca por su originalidad, por sorprendernos cuando esperábamos ver más de lo mismo. Lo aclaro desde un principio, "Mamá" es la típica historia de fantasmas que se nos viene contando desde tiempos incontables, pero con varios elementos que la hacen destacar y convertirse en una experiencia muy original, y ciertamente muy aterradora “a pesar” de los escasos recursos de su producción.
Desde ya un largo tiempo fuimos aprendiendo que EE.UU. no tiene el monopolio en films de terror, muchas de las mejores películas del género no provienen de ese país (es más cuando intentan hacer remakes en su gran mayoría las arruinan); y como ya se probó en otras ocasiones (también de la mano del productor Guillermo del Toro, entre otros) España suele ser un territorio muy fértil a la hora de provocar buenos sustos en la pantalla. Si bien esta co-producción española canadiense suena, y en parte se siente, a producto hollywoodense, lo cierto es que el origen de su estilo debemos encontrarlo, bienvenido sea, en películas como El Orfanato, La Séptima Víctima y Los ojos de Julia.
La historia comienza a todo ritmo, debido a la crisis financiera - ¿extraño golpe político? – un padre asesina a su esposa y escapa con sus dos hijas pequeñas al bosque, también con el mismo plan de matarlas. Pero cuando llegan a la cabaña alejada algo aguarda, algo que no vemos pero que termina con el padre protegiendo a las nenas. Pasan cinco años y Lucas, el hermano de Jeff – el padre de las chicas - (Nikolaj Coster-Waldau en doble papel), sostiene una investigación para dar con su paradero, y cuando ya casi todas las esperanzas están perdidas, las encuentran a ambas, salvajes, inadaptadas, viviendo en armonía con la naturaleza del bosque. Lucas está en pareja con Annabelle (Jessica Chastain), integrante de una banda de rock que ya desde el principio demuestra su alegria por no ser madre; pero en medio de una disputa por la tenencia de las niñas con una tía, ambos se mudarán e intentarán comenzar una convivencia, aunque dejando las cosas bien claras, ellos no son los padres.
De inmediato las cosas saldrán mal, Victoria y Lilly (las hermanas) aparentemente hablan con la pared, hacen dibujos extraños, y se refugian invocando lo que parece ser un ser irreal creado por sus afectadas mentes, Mamá. Adelantar más de la trama sería entre obvio y molesto, por supuesto que las cosas se saldrán de control, y se iniciará otra batalla por la tenencia.
Un dato que hace curiosa a esta película en nuestro país, es que su director y guionista es el argentino Andy Muschietti (tal cual se presenta en los títulos), y en realidad está basada en un corto anterior del mismo. Tanto en el guión como en la puesta en escena, el hombre sabe dosificar bien los ingredientes, la historia se sostiene perfectamente cuando menos muestra; el film está lleno de escenas sutiles que manejan muy bien el horror psicológico y es ahí donde cobra fuerza. En un momento se hará más explícita, el fantasma se hará presente, y (quizás por un exceso de CGI) el asunto perderá algo de potencia.
Un punto fuerte, además del opresivo clima logrado, son las actuaciones, como siempre sucede en estas películas, Megan Charpentier e Isabelle Nélisse (Victoria y Lilly) son dos pequeñas grandes actrices y realmente meten miedo en frasco chico. Pero las palmas se las vuelve a llevar Jessica Chastain, rompiendo el concepto de “no hay que trabajar con niños”, su composición de Annabelle como una mujer que rehúsa de ser madre aunque es obligada es minuciosa y excelente... más allá de la espantosa peluca morocha que lleva.
Adelanto solo algo, el final dividirá las aguas, no será del agrado de todos, pero lejos está de arruinar lo visto hasta el momento, y para este humilde cronista encaja perfecto con el tono general del film.
"Mamá" es una experiencia que bien vale ser apreciada como se debe, en pantalla grande, en plena oscuridad y con un buen sonido que destaque sus detalles; puede ser una experiencia imperdible.