Malón

Crítica de Daniel Cholakian - CineramaPlus+

UNA MIRADA PERSONAL SOBRE LO POPULAR

Malón se propone como una mirada sobre lo cotidiano de un sujeto que es una parte y el todo de los que constituyen las clases populares urbanas de nuestro país.

Malón es una película que se propone como una mirada –porque observa y por momentos espía– sobre lo cotidiano de un sujeto que es una parte y el todo de los que constituyen las clases populares urbanas de nuestro país.

Subyace en el título, y en el cuadro La vuelta del malón que Sosa descubre en la cocina del bar en el que trabaja, la idea de un conflicto civilizatorio, del origen de una exclusión en la historia argentina y de una tensión política que se mantiene vigente. Todo ello expresado por su realizador, Fabián Fattore, con absoluto minimalismo narrativo.

Sosa es empleado de un viejo bar marginal de Buenos Aires. Vive en una casa, probablemente suburbana, donde ocupa una pieza y allí tiene una buena relación con una vecina, madre de una beba, con quien parece unirlos el cariño y un silencio mutuo. Practica boxeo en un gimnasio algo venido a menos y el resto de su día está ocupado por los viajes de un punto a otro. No más que eso.

Mientras los parroquianos hablan en el bar, el prefiere mantenerse en la paz de la cocina, donde toma mate. En el salón se habla. A veces, del peronismo y su irrupción como estigma para las clases dominantes. Aquello que es pasado en el discurso, se dice para referir al presente. Como en cualquier discusión política en un bar de Buenos Aires.

Sosa está aprendiendo a tocar el acordeón y le gusta la música. Ensaya el vals Desde el alma y canta canciones de un viejo repertorio popular cuando está solo y tranquilo.

Fattore cuenta esto y de este modo refiere a la cultura popular, al lugar de los trabajadores marginales, a los deseos y las derrotas. Con un tono sencillo y cálido. Esta calidez sobre los personajes es uno de sus méritos fundamentales.