Mala

Crítica de Diego Batlle - La Nación

Israel Adrián Caetano es uno de los directores argentinos que mejor han incursionado en el cine de género(s) durante la última década con títulos como Un oso rojo o Crónica de una fuga . Por eso, la concreción de un viejo proyecto como Mala -en principio pensado para Natalia Oreiro como protagonista- generaba bastante expectativa. Sin embargo, esta historia sobre una asesina a sueldo que sólo acepta matar a hombres que abusan de las mujeres se queda a mitad de camino y deja un sabor agridulce, sobre todo viniendo de un realizador del talento, la inspiración, el profesionalismo y la formación cinéfila del creador de Pizza, birra, faso y Bolivia .

El principal problema de Mala es su ambigüedad, su contradicción interna, su "esquizofrenia". Es que Caetano parece no decidirse nunca por el tono que quiere darle a su relato. Resulta demasiado serio -por momentos solemne- para ser un tributo al cine bizarro, a esa clase B que apuesta por la ironía, el desenfado y la autoparodia; pero al mismo tiempo es demasiado transgresor, extremo y un poco caótico como para redondear un exponente del thriller formalmente sólido y del todo convincente.

A pesar de esa doble personalidad, Mala es una película con varias apuestas interesantes y momentos logrados que asume múltiples riesgos narrativos (y a veces trastabilla con ellos) y estéticos. Rosario (Florencia Raggi) es una mujer treintañera -una profesional fría e implacable en su rubro- que no tiene más remedio que aceptar el encargo de María (Ana Celentano), una influyente mujer que la ha salvado y que quiere vengarse de su ex marido, Rodrigo (Rafael Ferro), ahora casado y a punto de tener un hijo con Angélica (Juanita Viale).

Lo que sigue es un thriller psicológico (el papel principal es interpretado por cuatro actrices distintas, que vendrían a ser algo así como proyecciones, distintas facetas o diversas imágenes que los hombres tienen de la misma persona) en el que Caetano ofrecerá una mirada bastante desencantada y no exenta de negrura ni de brotes de violencia sádica. El resultado es provocador, inquietante, por momentos seductor, pero Mala deja la sensación de que podría haber sido mucho más eficaz y convincente de lo que finalmente es. Con Caetano al mando hay pinceladas de gran cine, pero a un director de su calibre es justo exigirle más que eso.