Machete kills

Crítica de Fernando Sandro - El Espectador Avezado

Tal como se prometía al final de la primer entrega, Machete volvió, y con toda la energía como para entregar nuevamente lo que a esta altura, los fans devotos, piden a gritos. Más y más, más acción, más delirio, más homenajes directos. Eso es Machete Kills una invitación a redoblar la apuesta.
Recordemos que todo nació en 2007 con Grindhouse, el culto al cine continuado con la presentación doble de Robert Rodríguez y Quentin Tarantino... más unos trailers “falsos” dirigidos por ellos mismos y/o terceros.
Si bien esta presentación doble fue un fracaso en recaudación, conquistó un séquito de seguidores; y uno de los trailers que se presentaban (que poco a poco fueron siendo llevados a películas reales) llamó más la atención que el resto, Machete, proponía un clásico policial exploitation de los ’70, con Danny Trejo a la cabeza ajusticiando malosos a su paso y distintas mujeres rindiéndose a sus pies.
Efectivamente, eso fue el film estrenado en 2010, con el personaje del título como un ex policía de migraciones al que traicionaron, asesinaron a su familia, y actualmente vivía oculto en la frontera con Méjico, hasta que es convocado para un nuevo trabajo, es traicionado nuevamente, y se une a dos sensuales mujeres para proclamar su venganza y limpiar su nombre.
Como ya aclaramos, en otro de los homenajes al exploitation y al continuado, se anunciaba “Mache te regresará en...” Así llegamos a esta secuela en donde las cosas han cambiado. Tal cual sucedió con muchos clásicos de género nacidos del bajo presupuesto, tras el éxito, en sus continuaciones, la escena era más grande, hasta parecieran contar con más libertad creativa o por lo menos de presupuesto.
El homenaje que Robert Rodríguez hace avanza, y ya no suena tanto al policial de los ’70, sino al traspaso hacia la próxima década, los ’80, siempre manteniéndose en aquellos films de productoras pequeñas y estrenos limitados, de relleno.
Decimos traspaso, porque mantiene elementos de la anterior, pero cambia la atmósfera. En la primer secuencia del film (luego de un trailer tremendo sobre lo que puede ser una tercera entrega) no hay descanso, acción a pleno que termina de modo trágico para nuestro héroe que ahora es agente anti narcóticos.
Devastado por la pérdida, es secuestrado por un grupo de maleantes que lo tienen a punto de muerte hasta que es rescatado por órdenes del Presidente de EE.UU. (Carlos Estévez A.K.A. Charlie Sheen).El líder mundial lo recluta entre sus fuerzas encargándole una misión encontrar y aniquilar a un peligroso y desquiciado narco Mendez (Demian Bichir).
Este será solo el comienzo de un argumento que cambia de rumbo cada diez minutos, y que es capaz de combinar, la acción, el gore (en menor medida que la anterior), lo cuasi erótico (también en menor medida respecto a su primer entrega), y la ciencia-ficción; siempre teniendo al delirio, el derrape, y la diversión como primer opción (atención con todas las apariciones de grandes actores de la época desde William Sadler a Mel Gibson).
Decir que Robert Rodríguez juega a la hora de dirigir y guionar no es ninguna novedad, pero lo hace siempre a conciencia. Sabe cuáles son los elemenmtos que debe incluir para que las referencias esten ahí, si la sangre y la piel han bajado, es porque en los films que ahora intenta referenciar también se cumplía con el mismo rito.
En compensación, el delirio y el frenesí es mucho mayor, podemos ver metralletas en pubis y pechos, naves como las de Star Wars, personas que cambian de máscaras varias veces en la misma escena, y los diálogos más ocurrentes.
Machete es una fiesta para aquellos que veneran los tiempos del cine del desborde, el de los clásicos berretas de géneros, aquel que no pide cordura, sino ir cada vez más al límite.