Lumpen

Crítica de Amadeo Lukas - Revista Veintitrés

Padre e hijo

Debut cinematográfico como realizador del gran actor Luis Ziembrowski, Lumpen propone un verdadero desafío expresivo, pero revela aciertos y falencias. Un notorio espíritu críptico en la trama predomina en el film y lo vuelve fatigoso, especialmente para encontrar el hilo por donde se encamina la narración. En un escenario temporal, escenográfico y social ambientado a comienzos de este siglo, en pleno conflicto político y financiero, Lumpen se interna en una suerte de comunidad con una profunda crisis de valores y de propósitos vivenciales. En ese desclasado espacio en el que conviven una panadería, una fábrica, una remisería y otros elementos, el protagonista, un fotógrafo desmotivado, se debate entre una realidad incómoda y un contexto asfixiante, intentando darle un sentido a sus vínculos familiares. Especialmente al incierto rumbo de su hijo adolescente, entre vocaciones audiovisuales y boxísticas y la búsqueda de su identidad sexual.

El film se mueve en una suerte de realidad paralela, a veces naturalista y otras ensoñada o surreal. Con buenas interpretaciones de un elenco de figuras no afamadas pero reconocidas –Sergio Boris, Diego Velázquez, Daniel Valenzuela, Analía Couceyro, Gabo Correa, Fabián Arenillas y el joven Alan Daisc, entre otros–, Lumpen es consistente dramática y visualmente, pero no logra amalgamar del todo su propuesta estética y narrativa.