Loving Vincent

Crítica de Rodolfo Bella - La Capital

"Loving Vincent" podría haber sido un biopic sobre Van Gogh, pero esta coproducción entre Reino Unido y Polonia es mucho más que eso. Los directores Dorota Kobiela -artista plástica que debuta en su ópera prima- y Hugh Welchman, concibieron "Loving Vincent" como un lienzo en el cual la protagonista es la técnica revolucionaria de Van Gogh al servicio de una narración extraordinaria. El filme demandó el trabajo de más de cien personas que durante cinco años pintaron a mano casi 65 mil fotogramas que evocan el imaginario del artista holandés y muchos de sus cuadros más famosos, como la habitación de Arlés o los campos de trigo.

   Las obras son el soporte de una narración a cargo de actores cuyas imágenes fueron tratadas con la misma técnica y que representan a algunos de los personajes del pintor en sus obras, como el doctor Gachet o su hija Margherite, dos de los protagonistas del filme. La narración se basa en más de 800 cartas a partir de las cuales los directores hacen foco en las circunstancias de la muerte de Van Gogh.

   Así, a ritmo de thriller, se cuenta desde el conocido episodio de la oreja hasta su muerte, que en la película investiga el hijo del cartero Roulin, también retratado por Van Gogh. Se describe además el vínculo con su hermano, su frustración, sus problemas económicos y sobre todo la relación con su padre, que, según se sugiere, sería el origen de su mayor frustración.