Loving Vincent

Crítica de Fredy Friedlander - Leedor.com

Sorprendente e inusual obra de animación que recrea los últimos días de Vincent Van Gogh

En las últimas semanas se ha percibido una baja en la cantidad de espectadores, fruto de la conjunción de varios factores. Uno de ellos ha sido la baja calidad de las películas estrenadas, sobre todo las provenientes de los Estados Unidos. Otro la pérdida de pantallas de las producciones independientes, ya que raramente se exhiben en todos los horarios o “vueltas” diarias.

Dentro de esta segunda categoría, “Loving Vincent” ha tenido una salida razonable en unas veinte salas, cubriendo la mayoría de las funciones diarias.

Fue realizada por la polaca Dorota Kobiela y el inglés Hugh Welchman convocando a unos 125 profesionales, quienes animaron a un número similar de pinturas de Vincent Van Gogh para crear unos 65.000 cuadros durante cinco laboriosos años. El resultado es notable y extremadamente original al punto que se trata de una obra única casi sin antecedentes, lo que explica su originalidad.

Pero al esplendor visual se le agrega una trama que convierte a la película en una especie de thriller referido a las causas de la muerte del gran pintor holandés. Esta tuvo lugar el 27 de julio de 1890, presuntamente por suicidio con una bala de revolver que se desvió del corazón y se instaló en la ingle.

Los realizadores aprovechan cuadros como el famoso de su médico, el Dr Gachet (de junio de 1890), del “padre” Tanguy (marchand) y sobre todo de Armand Roulin, hijo de su cartero, dándoles vida y animando la historia de sus últimos días en Auvers-sur-Oise. Es Roulin, el personaje central ya que es quien debe llevar una carta por encargo de su padre, al hermano Théo, quien fallece trágicamente pocos meses después de su hermano. De hecho parte de la trama se basa en las famosas “Cartas de Vincent Van Gogh a su hermano Théo”

La película se inicia con “La noche estrellada”, quizás la más famosa de todas sus obras de apenas un año anterior a su muerte y se cierra con su ultimo autorretrato. En el medio desfilan otras obras célebres como “Los girasoles”, la alucinante “El campo de trigo de los cuervos” y también algunas de su vivienda como “El dormitorio” y “La silla”, al igual que “El café de noche”, todas pintadas en Arles.

Hay también varios flashbacks que se diferencian por ser en blanco y negro, recurso sabiamente utilizado. Para quienes sean fanáticos de Van Gogh, será un placer ir descubriendo los diversos cuadros, utilizados en esta sorprendente e inusual obra de animación.