Los viajes de Gulliver

Crítica de Ricardo Luque - La Capital

Un viaje sin sorpresas

Jack Black es Jack Black. Ya no es más ese joven prometedor que soñaba con ser el rey de la comedia de Hollywood. Es el rey de la comedia, como alguna vez lo fueron Robin Williams y Jim Carrey y de tanto repetirse, de tanto hacer las mismas morisquetas, perdieron el trono y la corona, porque no hay nada que ahuyente la risa como un chiste repetido. Pierde la sorpresa. Y eso pasa con Jack Black, cuando se lo ve imitando a los pasos de baile de las grandes estrellas de la música, uno lo ve en “Escuela de rock”. Y eso fue gracioso esa vez, ya no. Pero no es eso lo único que fracasa en “Los viajes de Gulliver”, la historia es buena, quién puede dudar de las ideas de Jonathan Swift, pero el humor no. Es simplista, escatológico, y lo peor todavía, es previsible. Así y todo, los niños, que llegan al cine con la mochila ligera, disfrutan la película. A lo grande.