Los tres mosqueteros

Crítica de Martina Hirsch - Otros Cines

Todos para un uno... y un uno para todos

La cosa es más o menos así: el director Paul W.S. Anderson (el mismo de Mortal Kombat, Resident Evil y Death Race) pidió que el guión de esta producción mayoritariamente alemana basada en el clásico de Alejandro Dumas le permitiese hacer una película ligera y moderna; es decir, alejada de lo que -se supone- son las épicas históricas clásicas. El resultado no pudo ser peor: se trata de un engendro (nunca mejor el término) en el que ninguno de los elementos utilizados para sostener, "vestir" y agilizar la trama funcionan. Así, estamos ante un producto pirotécnico y absolutamente hueco y artificial, en el que no hay densidad, profundidad ni inteligencia siquiera para concebir un digno entretenimiento sin pretensiones.

A esta altura, contar de qué va la película sobre las aventuras del joven D'Artagnan con los expertos Athos, Aramis y Porthos carece de sentido. Los cuatro están interpretados por actores de segunda línea (lo de Logan Lerman como D'Artagnan es particularmente lamentable), mientras que en personajes secundarios aparecen -para llenar sus cuentas bancarias sin demasiado esfuerzo- figuras ya consagradas como Milla Jovovich (Milady de Winter), Orlando Bloom (el Duque de Buckingham) y Christoph Waltz (Richelieu).

Si los personajes son puro estereotipo, lo que queda es el despliegue visual y las coreografías de las escenas de acción. Y aquí también estamos en problemas. Anderson propone una película fashion y canchera que no resulta ni vistosa ni graciosa. El entramado CGI, espíritu de cómic, estética de videogame, elementos de historias ninjas o de espías, anacronismos, música grandilocuente, tomas aéreas con grúas, ralentis o sets gigantescos le dan al film una (falsa) espectacularidad que jamás convence, ni siquiera cuando tenemos batallas de naves voladoras, inundaciones o secuencias de capa y espada.

Todo aquí es anodino, previsible y con unos diálogos sobre el heroismo o el honor que sólo sirven para rellenar buena parte de los interminables 110 minutos y terminan dando vergüenza ajena. Para colmo, las imágenes en 3D son oscuras y no agregan nada. En fin, una película descartable.