Los tentados

Crítica de Fernando Sandro - El Espectador Avezado

Hace tres años, el director Mariano Blanco debutaba con su ópera prima "Somos Nosotros", deudora lejana del cine de Gus Van Sant sobre la problemática y cierta abulia de la juventud actual, centrada en un grupo de muchachos de Mar del Plata que pasaban sus días en esa ciudad sin mucho más que el andar en skate.
Su segundo opus, "Los tentados", llega a la cartelera corriendo, un poco, el eje en la juventud, pero manteniendo no solo la ciudad costera de fondo, además y fundamentalmente el naturalismo extremo de los hechos.
Lule y Rama son una pareja que vive en Mar del Plata, cada uno maneja sus círculos, y por supuesto, también comparten su rutina. Deliberadamente lo que se sabe de ellos es nada, es el aquí y ahora.
"Los tentados", está compuesta por una serie de viñetas que nos muestran un instante de vida de pareja. No busca ser complaciente, no busca estremecer, no busca edulcorar, menos aún teñir de rosa; simplemente muestra.
Blanco posa su cámara y deja que las situaciones fluyan, no enfatiza en ningún momento. Sin embargo, "Los tentados", logra un cierto hipnotismo en el espectador, aunque sepamos que puede ser poco lo que ocurra en la vida de estos personajes y quienes los rodean, Blanco logra un interés en el “relato”.
Alguno podrá decir que estamos ante un film “festivalero”, y no estaría errado, efectivamente, "Los tentados" pasó por la anteúltima edición del BAFICI, y su estilo podría enmarcarse en cierto ascetismo despojado similar al de Lisandro Alonso o el tan en boga actualmente Santiago Loza.
Blanco acierta en no variar el tono, en no buscar ir más allá, lo que hay es lo que se ve desde un principio, y puede resultar un espejo. Claro, no es un film apropiado para quienes busquen ritmo y velocidad narrativa y mucho menos vueltas de tuercas constantes.
Films como "Los tentados" marcan la orientación de mucho cine jóven argentino actual, es una propuesta diferente a lo que se suele ofrecer en cartelera. Como pareciera sucederles a los personajes, hay una pulsión latente, imperceptible, de que algo está cambiando, lentamente, pero traerá convulsión.