Los senderos de la vida

Crítica de Diego Lerer - Clarín

Infancia interrumpida

Abandonadas por su madre, dos niñas van a vivir con familiares en este notable filme.

La impronta del neorrealismo atraviesa todo el relato de Los senderos de la vida , el segundo largometraje de Kim So Yong, la realizadora coreano/estadounidense que se hizo conocida (al menos en el mundo de los festivales de cine) a través de su opera prima, In Between Days , premiada en la edición 2007 del Bafici.

Los senderos...

(que, bajo su título original, Treeless Mountain , estuvo en el mismo festival porteño en 2009) tiene características bastante autobiográficas y cuenta la historia de dos niñas que viven en Seúl y que se van de la ciudad para quedar al cuidado de su tía cuando su madre decide partir a la búsqueda de su pareja, que la dejó, con la promesa de volver.

Las niñas tienen seis y cuatro años, y su tía, claramente, no está en condiciones de cuidarlas. Ni a ellas ni a sí misma. Alcohólica, agresiva y bastante negligente, deja a las chicas prácticamente libradas a su suerte, ocupada en sus propios asuntos. Y como las niñas tampoco están capacitadas para cuidarse, terminan yendo a vivir al campo, a la casa de su abuela, donde encuentran algo más parecido a un hogar.

Si bien hay varias películas asiáticas que cuentan historias de niños en situaciones de semiabandono y/o de reencuentro familiar (de Nadie sabe , de Hirokazu Kore-eda, a la coreana Camino a casa ), la de Kim no apuesta ni a la desesperación de la primera ni al sentimentalismo de la segunda. Su registro es más cotidiano, mezclando pequeñas anécdotas de las niñas, sus paseos y sus pequeñas actividades y juegos.

Hay algo del cine de Yasujiro Ozu que se cuela en este relato calmo y revelador en sus detalles (si bien la puesta en escena es muy distinta, con la cámara bien cerca de cada movimiento de las chicas), aunque también se puede trazar una relación con cierto cine independiente estadounidense, que es el marco en el que Kim desarrolla su carrera.

De hecho, su marido, Bradley Rust Gray (que dirigió The Exploding Girl y produce sus filmes) tiene en sus películas un tono similar de observación y de captura de pequeños momentos y epifanías. Si bien no son demasiado novedosas, las películas de ambos, que combinan tradiciones realistas varias, son de las más interesantes del cine contemporáneo.