Los pingüinos de papá

Crítica de Emiliano Basile - EscribiendoCine

Los pingüinos de Chaplin

Jim Carrey protagoniza una simpática comedia familiar en Los pingüinos de papá (Mr. Propper’s Penguins, 2011) que, si bien no tiene virtudes para quedar en la historia del cine, rememora varios clásicos. En este caso, Carrey deberá lidiar morisquetas con seis pingüinos que adoran las películas de Charles Chaplin.

Mr. Propper (Jim Carrey) se encuentra absorbido por su trabajo de vendedor inmobiliario, hecho que lo alejó de su esposa (Carla Gugino) –están separados- y promueve una relación distante con sus hijos. Todo conduce a repetir la fría relación que él mismo tuvo con su padre. Pero un buen día, abre la puerta de su penhouse y encuentra una caja de la que salen seis simpáticos pingüinos. Ante tal situación, Mr. Propper está decidido a deshacerse de los animalitos hasta que descubre que sus hijos se encariñaron con ellos reestableciendo así los lazos con su familia. Por ende, deberá convivir en medio de la ciudad con seis pingüinos en su departamento.

Los pingüinos de papá es una agradable propuesta de las tantas que llegan estas vacaciones de invierno a las salas. Y no mucho más que eso, ya que a pesar de ser correcta en todos sus rubros, no contiene ninguna escena que la convierta en clásico. Falta algún número musical –como sucedía en La máscara (The Mask, 1994)- o un momento clave representado majestuosamente: la ballena Willy saltando por encima del niño para llegar al mar en Liberen a Willy (Free Willy, 1993), o el niño con su bicicleta atravesar la luna junto al extraterrestre que lleva en su portaequipaje en E.T. El extraterrestre (E.T.: The extra-terrestial, 1982).

Sin embargo la película toma momentos clave de recordadas películas familiares para rememorar escenas. A saber, Jim Carrey imitando a Jimmy Stewart, los pingüinos se quedan petrificados frente al televisor al ver escenas de clásicos de Charles Chaplin, etc. Es una forma de recuperar situaciones ancladas en la memoria del espectador que el film por si sólo no puede construir.

Jim Carrey aporta la dosis justa de morisqueta, balanceando muy bien seriedad paternal, drama filial y humor físico. Un actor de comedia familiar debe tener feelling con los niños, por ende necesita hacerse el inmaduro por momentos pero cargar responsabilidades y poner límites en otros. Carrey hace todo esto y encima actúa con pingüinos.

Las intenciones de Los pingüinos de papá no son otras que entretener y divertir a los más chiquitos y a sus respectivos padres que los acompañan al cine. Y en ese aspecto, Carrey y compañía logran su cometido.