Los pingüinos de Madagascar

Crítica de Iván Steinhardt - El rincón del cinéfilo

Desde la primera Madagascar en 2005 estaba claro que los pingüinos estaban en un registro diferente a los personajes principales, aun apareciendo menos. Luego en las secuelas comenzaron a tener otra importancia y de hecho en las ediciones en DVD se podía ver algún corto con protagonismo exclusivo. La sensación en todos los largometrajes de la franquicia era que el cuarteto de aves estaba en otra película, incluso más divertida, lo cual le valió un mejor índice de popularidad. A pesar de esto, Madagascar 4 está en camino para 2017. En fin, para asegurarse que nadie en el mundo pueda equivocarse en la boletería a la hora de comprar las entradas, todos los empleados en los Dreamworks Animation Studios, desde el gerente al barrendero, mandaron la sutileza al sótano y le pusieron directamente “Los pingüinos de Madagascar”.

Sin pérdida de tiempo los guionistas retroceden a cuando Skipper (Tom McGrath - doblaje de Mario Arvizu -), Kowalski (Chris Miller - doblaje de Idzi Dutkiewicz -) y Rico (Conrad Vernon -doblaje de Pepe Toño Macías -) rompen el cascarón. Ya de pichones se los ve contestatarios y cuestionadores al negarse a marchar con el resto y protestar contra la naturaleza cuando nadie hace nada al perder en el camino a uno de los suyos que todavía permanece dentro del huevo. Los tres se niegan a abandonar a uno de los suyos e inician un raid para recuperarlo. Una vez hecho esto nace el cuarto elemento: Cabo (Conrad Vernon - doblaje de José Luis Orozco -).

Una elipsis nos lleva al presente. Ya adultos, el grupo sigue tan eléctrico e hiperactivo como siempre para tratar de robar del famoso Fuerte Knox la verdadera fortuna,: una máquina expendedora de snacks de queso. Al hacerlo conocen al villano Dave (John Malkovich - doblaje de Carlos Alcántara -), un calamar que clama venganza por haber sufrido la indiferencia de los asistentes al zoológico en favor de los adorables pingüinos, y quiere extraerlos de todos lados para convertirlos en monstruos. La misión remite a alguna de James Bond ochentosa (de hecho la banda de sonido tiene esa impronta constante) y no será fácil, por lo cual se suma un escuadrón “defensor de animales indefensos” (léase en vías de extinción, como para instalar la importancia de la preservación de las especies). Al mando está Agente Clasificado (Benedict Cumberbatch – doblaje de Jey Mamón -) y otros tres personajes que eventualmente compiten con los pingüinos.

El guión es, en realidad, una excusa para trabajar los gags físicos y dialogados de los protagonistas. En sentido, “Los pingüinos de Madagascar” es una ametralladora de chistes y situaciones hilarantes. No hay descanso para la risa de principio a fin y si bien hay un lugar para deslizar mensajes como “Las apariencias no importan; sino lo que uno hace”, o “nunca dejar atrás a un miembro de la familia”, no es el tipo de producciones que se ocupe demasiado de profundizarlos. Skipper, Kowalski, Rico y Cabo son a esta altura una mezcla de S.W.A.T. con Los Tres Chiflados. Funcionan muy bien gracias a la colaboración mutua de cinco guionistas: Michael Colton, John Aboud, Brandon Sawyer, Alan Schoolcraft y Brent Simons. Es imposible no pensar en la minuciosidad para escribir cada diálogo, gag, remate, etc, perfectamente sincronizados por Eric Darnell, el director de toda la franquicia a quien se une Simon J. Smith, otro director de animación de Dreamworks pero con mejor timing para la comedia dado el antecedente de “Bee Movie” (2007).

Lo mejor que le puede pasar al entrar al cine con los chicos es esperar reírse mucho, porque eso es precisamente lo que ocurre con esta realización.