Los ojos de América

Crítica de Rodrigo Chavero - El Espectador Avezado

Siempre una historia de amor dentro de la propuesta documental es la puerta de apertura a un vínculo particular. Cuando se elige este recorte, ya sabemos que tomaremos contacto con una trama donde dos seres, en un contexto histórico particular, se unen para enfrentar al destino. Y "Los ojos de América" justamente presenta un increíble fresco de dos amantes, únicos, uno de ellos líder del movimiento anarquista a fines de los años 20' en Buenos Aires.
Epoca donde los sindicatos tenían en sus filas esos ideales, y donde los militares locales, intentaban tener a la sociedad bajo control. Severino di Giovanni (en pareja y con tres hijos), estaba decidido a luchar contra el fascismo italiano y publicaba un diario donde exponía sus ideas, que respiraban el espíritu anarquista que proponía una ruputura y cambio de sistema político. Necesitado de vivienda, con la ayuda de un compañero de imprenta (Paulino) llega a la casa de los Scarfo, donde se afincará y conocerá a una joven de nombre América.
Ella tenía 14 años y el 27. Su condición (casado) no fue impedimento para que creciera una relación intensa, plagada de emoción y compromiso idelogógico. En común, tenían ideales de libertad y la fuerza de una pasión entroizada desde lo político. Lo cierto es que Severino y América unieron sus destinos, a pesar de todo lo que tenían que enfrentar para estar juntos.
Hay que recordar que di Giovanni era un prófugo de la ley. Un hombre que hablaba tres idiomas, escribía con agudeza y estaba convencido del camino para llevar adelante su tarea. Su joven amante, entonces, una mujer de gran fortaleza intelectual, dispuesta a seguir y apoyar la lucha de su gran amor, sostendrá la aridez de estar sola, ya que él debía esconderse de la ley, con lo cual las cartas entre ellos son centrales para entender la naturaleza de su relación.
En esa guerra sin cuartel, ellos apostaban por la anarquía, como forma de vida, expresando un modo de ver la realidad, explosivo y arriesgado para la época.
Daiana Rosenfeld y Aníbal Garisto (quienes vienen de dirigir "El polonio" en 2011), llevan adelante una investigación austera, con pocos elementos, donde sobresale la correspondencia que América y Severino tenían para sostener su relación. El vivía escondido, casi en la clandestinidad, intentando no ser capturado por las fuerzas policiales. Así, en esas condiciones (la diferencia de edad, el hecho de que él estaba casado y con hijos, ella muy joven y su familia, desalentando la situación), el vínculo se desarrolló por un espacio de tiempo hasta el trágico final (en 1931 cuando él fue fusilado por el régimen de Uriburu).
La correspondencia obraba en poder del museo policial y merced a gestiones de Osvaldo Bayer, ya en el gobierno de Carlos Menem, América obtuvo la restitución de su propiedad. Ese registro, cuando Carlos Corach le hace entrega de las cartas, es de los más emotivos de la cinta. Estremece el valor de ese recuerdo y la habilidad de los documentalistas, es lograr transmitir esa emoción en forma pura.
En un clima sencillo y ameno, "Los ojos de América" ofrece un recorrido sobre la intimidad de dos personas atravesadas por el signo del tiempo que vivían. Algunos testimonios, en especial el de Bayer, responsable por ubicar las cartas en su momento, son importantes para dar dimensión al romance que presenta este sólido film.
Es poco usual ver documentales que se sitúen en estos años (la década del 20' en Argentina) y la caractericen con tanta precisión. Un documental logrado que hay que tener en cuenta.