Los hongos

Crítica de Pedro Squillaci - La Capital

Libertad. Eso respira “Los hongos”, y es lo mejor del filme colombiano de Oscar Ruiz Navia. El realizador de “El vuelco del cangrejo” hizo foco en la realidad de Cali y puso la cámara como testigo del universo under juvenil, en un registro que va de lo ficcional a lo documental. Sin tratar de juzgar, Ruiz Navia se pone la camiseta de la movida grafitera, pero la usa para levantar las banderas de la libertad en las elecciones. No sólo artísticas, sino familiares, sexuales, de los vínculos, de las amistades, de los vicios y placeres. Ruiz Navia tiene cómo defender el título de la película: “Los hongos son seres vivos que aparecen en contextos de tremenda podredumbre y descomposición. Los hongos son la vida que surge en la muerte”. Y así se muestran Calvin y Ras. El primero es un joven de clase media, que ama a su abuela, enferma terminal, y tiene una novia que se permite todo. Ras se codea más con la pobreza y el destrato de sus compañeros de trabajo, con una madre seducida por la religión y obnubilada por los políticos de turno. La cultura callejera aflora desde el derrotero de estos dos grafiteros, que tienen en común su pasión por pintar paredes. “Nunca más guardaremos silencio”, sostiene Ras. “El problema siempre es el billete”, afirma Calvin. Frases que dejan bien latente que estos hongos están más vivos que nunca.