Los hongos

Crítica de Gustavo Castagna - Tiempo Argentino

Graffitis y murales de Cali

La geografía es diferente a la de su opera prima, El vuelco del cangrejo (2006), ya que en el segundo opus los espacios abiertos arenosos y rurales se modifican por las calles de Cali, de noche y de día, como si la travesía de los protagonistas no tuviera fin.

La geografía es diferente a la de su opera prima, El vuelco del cangrejo (2006), ya que en el segundo opus los espacios abiertos arenosos y rurales se modifican por las calles de Cali, de noche y de día, como si la travesía de los protagonistas no tuviera fin.
Los films del colombiano Oscar Ruiz Navia hablan de un país y de un continente, como la cuantiosa producción latinoamericana actual, pero los recursos del cineasta se evaden de lugares comunes y de la afanosa búsqueda de ese pintoresquismo for export que colma las delicias de un público festivalero.
La metáfora, en cambio, está a la vuelta la esquina, y vaya su si recorrerán aceras peligrosas y calles en tensión los jóvenes Ras y Calvin, especialistas en graffitis y murales de la resistencia y subsistencia diaria. Uno es diferente al otro desde sus orígenes, color de piel y expectativas a futuro, pero comparten los propósitos del arte urbano, aquel que molesta a la ley y a los reaccionarios de cualquier sociedad, pero más aun a la colombiana, siempre sentada en una bomba a punto de estallar o supeditada a la represión policial casi diaria.
Ruiz Navia cambia de tono en forma permanente, ya que su película varía de un minimalismo familiar aferrado a una actitud ética frente al estado de las cosas, tal como se observa en la primera mitad, a un recorrido (casi) final por la música de bandas musicales under, en esos lugares adonde asisten Ras y Calvin.
Por eso, Los hongos es un film extraño pero de innegable seducción. Como si se tratara de un viaje por las calles de Cali guiado por un director y su equipo técnico, reúne en su argumento cada uno de los tips de una película latinoamericana (marginalidad, represión, religión, desempleo, supervivencia, amistad). Pero ninguno de ellos molesta debido a que su director presenta los conflictos como un diario de viaje con una cámara en plan de descubrimiento. Y con dos jóvenes protagonistas que tienen sus armas cargadas de futuro a través de pinceles, aerosoles y baldes de pinturas.