Los hombres que no amaban a las mujeres

Crítica de Claudio Lo Iacona - Todo lo ve

Suspenso sueco

Los hombres que no amaban a las mujeres es una extraña mezcla de novela de protesta, perversión, romanticismo moderno y género negro. Ingredientes que unidos han dejado una muy comercial y entretenida película.

Esta es la primera parte de la trilogía de novelas Millennium, escrita por Stieg Larsson, y que ha vendido más de diez millones de ejemplares en todo el mundo. Por desgracia, Larsson no vivió para ver el fenómeno en que se han convertido sus obras y murió repentinamente en 2004 poco después de entregar los manuscritos a su editor sueco. La película en Europa recaudó más de 100 millones de dólares y fue vista por siete millones y medio de personas.

En esta entrega la historia se basa en el esclarecimiento de un confuso caso de hace casi cuarenta años, en el que una joven llamada Harriet Vanger, de una muy poderosa y adinerada familia, desaparece.
Su tío la cree muerta y sabe que alguien del clan está implicado. Para resolver este hecho contrata a Mikael Blomkvist (Michael Nyqvist), un periodista con serios problemas legales. Al que luego se le suma una atormentada joven hacker llamada Lisbeth Salander (Noomi Rapace).

Con este argumento y una visual muy de serie televisiva, la cinta va logrando captar la atención en la historia, al mejor estilo de las novelas suspenso de Hadley Chase o Agatha Christie, con el agregado, obviamente, de las nuevas tecnologías de búsqueda de información para resolver el caso.

El director Niels Arden Oplev, más acostumbrado a las series que a los films, olvidó el reloj e hizo correr la cinta. Pero los 150 minutos que dura la proyección son muy llevaderos y dejó todo bien preparado para su continuación. (La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina y La reina en el palacio de las corrientes de aire).