Los dueños

Crítica de Rodrigo Chavero - El Espectador Avezado

Una nueva distribuidora se suma a la grilla local, Obra Cine, y abre su programación nada menos que con la ópera prima de Agustín Toscano y Ezequiel Radusky, “Los Dueños”, realización premiada en Cannes 2013, en la reconocida “Semana de la Crítica”.
Esta es la primera producción rodada íntegramente en la provincia de Tucumán en décadas (30 años probablemente) y curiosamente sus responsables, son gente de teatro y no de cine, hecho singular que ha favorecido la construcción del relato, dandole una frescura poco usual.
Cuentan los directores que la idea original de “Los Dueños” era también originalmente llevarla a las tablas, pero por su dificultad para montar esa puesta pensaron en la pantalla grande como alternativa.
Ganaron un concurso del INCAA, consiguieron los fondos necesarios y con gran esfuerzo, completaron una obra fuera de lo común, redonda, profunda y maravillosamente local.
La película se presenta, durante los primeros minutos, como una cinta donde veremos un conflicto de clase. Hay una estancia, una vivienda familiar grande, amplia y con todas las comodidades, y una familia de peones que vive cerca, cuida el campo, lo trabaja y sirve a los dueños del lugar.
Los empleados hacen su tarea y están atentos a los movimientos de sus patrones.
Porque mientras los propietarios no están hospedados ahí, ellos se “mudan” al lugar y disfrutan de todas los beneficios del espacio (la heladera llena, el dvd y la televisión inmensa, los auriculares para escucharla, la pileta, etc...).
Quienes entran y salen, son los hijas del mandamás (un hombre grande, en pareja con una joven mujer que casi ya no se ocupa de nada de su estancia), con sus respectivos esposos. No pasa mucho tiempo hasta que la familia acomodada se da cuenta de que en su ausencia, sus bienes son usados por los peones.
La cuestión abre con esa línea, pero rápidamente va acomodando otras situaciones de conflicto, en tanto la vida de los dueños y quienes están a su servicio, incluye traiciones, negociados, affairs y mucho más. Lentamente iremos accediendo a los pliegues de la historia, que van enriqueciendo la perspectiva (no es bueno quedarse en la superficialidad del análisis en una obra como esta) y descubriremos que en esta relación simbiótica, asimétrica y necesaria, nadie es inocente y ninguna situación se resuelve con sensatez.
Hay en “Los Dueños”, humor, tensión y una gran conexión con el público. Es, de alguna manera, una historia conocida (termina siendo una escena de lucha de clases, en definitiva), pero interpretada con enorme oficio por un elenco que responde sin fisuras. Rosario Blefari, Germán de Silva, Sergio Prina (genial), Cynthia Avellaneda y Liliana Juarez juegan sus roles con una naturalidad fantástica, creando las condiciones para
Sin dudas, Toscano y Radusky darán que hablar en poco tiempo. Han logrado un film plagado de capas delicadas para analizar con detenimiento (desde el tratamiento de la sexualidad y el juego de poder con el que se presenta, hasta el sentido servil de los peones, incorporado en su ideario y que divide las opiniones de la familia de trabajadores, por ejemplo).
Este es el momento de compartir su trabajo con el público (de Tucumán para el mundo!), así que celebramos su llegada a sala. No dejen de verla, “Los Dueños” probablemente sea la mejor película argentina estrenada este año, la van a disfrutar de principio a fin.