Lore

Crítica de Rodrigo Chavero - El Espectador Avezado

Nuevo trabajo de una directora australiana que prometía mucho ("Sommersault" es un film que deberían conocer) y que, luego de haber no acertado con su segundo opus, vuelve a una línea de trabajo en la que parece obtener los mejores réditos: hablar del final de la infancia, los cambios hormonales y psicológicos desde la perspectiva femenina, tanto sea del adulto como del adolescente en sí.
Hablamos de Cate Shortland, por supuesto. Y de este film del 2012 que tenemos esta semana en cartelera: "Lore". Lo primero que hay que agregar a lo que ya venimos anticipando, es que esta vez, el pasaje de niña a mujer, lo vive la protagonista en un escenario único: la Alemania en 1945, en las horas finales de la Segunda Guerra Mundial.
Hitler ha caído, sus hombres están en retirada, nada queda del poderío nazi. Y sus oficiales de rango están tratando de resolver sus situaciones familiares antes de entregarse. El padre de nuestra protagonista, Hannelore (Saskia Rodendahl) traslada a su numerosa familia antes de presentarse a ser juzgado por los vencedores. Su mujer, hará lo mismo unos pocos días después. La mayor del grupo de niños recibe la triste noticia de que el Fuhrer ha caído y que el sueño que vivían, de vida acomodada y cuidados, también ha terminado.
Y es más, Lore, ubicada en una casa de campo de su familia, con sus 4 hermanos y a los 14 años, deberá lidiar no sólo con decirles, lo que sucedió, sino de trasladarse desde donde están hasta la casa de su abuela en una localidad muy lejana, sin dinero ni mucha idea de como llegar hasta allí. En el camino, encontrarán a un joven judío que los ayudará a tratar de seguir vivos y alcanzar el lugar que buscan para dejar atrás la pesadilla diaria de la superviviencia en un territorio que se ha vuelto hostil.
La cinta de Shortland está basada en un bestseller y el proceso que hace nuestro personaje principal está bien logrado. Esta cuestión de un descubrimiento a dos vías: el de su condición de mujer, ya obligada a dejar la niñez por una cuestión básica como la de ser cabeza de su familia y el entender el horror del que formaban parte sus padres, perteneciendo a las huestes nazis.
Hay una cuidada edición, buenas actuaciones y una atmósfera inquietante y lograda. Si, quizás la manera en que se van resolviendo algunos eventos que aparecen no son demasiados creíbles (otros, en cambios, son impactantes). Quizás le sobren algunos minutos, pero lo rescatable es que Shortland ha demostrado que puede volver a una senda de trabajos que la distinguen como una cineasta en búsqueda de desafíos importantes