Loco corazón

Crítica de Rodolfo Weisskirch - A Sala Llena

A veces Hollywood retrocede en sus pasos. Parece que regresaron los tiempos en que se hacían películas, con la única intención de lograr que sus intérpretes, ganaran por fin, el Oscar que en otras oportunidades se le había negado. Y Loco Corazón, ópera prima de Scott Cooper, es ni más ni menos que un vehículo para que su protagonista absoluto, Jeff Bridges se llevara la preciada estatuilla. Y la consiguió.

Es que, a pesar de parecer una historia real, se trata de una ficción, seguramente inspirada en muchos cantantes countries similares a Bad Blake, que todos los integrantes de la película, especialmente, uno de los compositores de la banda sonora, el renombrado cantante country, T-Bone Burnett. La película fue escrita y pensada en Bridges, que además es productor ejecutivo. Bridges es la única razón por la que la película se estrena en cine.

Y solo por Bridges vale la pena. Es sabido que se trata de un actor multifacético, que se desenvuelve perfectamente, de manera creíble tanto en la comedia como en el drama. Que puede pasar de ser un elegante político (La Conspiración) o un pianista carismático (Los Fabulosos Baker Boys) a luchar en mundos ficticios (Tron) o seudo ficticios como cuando colaboró con Gilliam en Tideland o Pescador de Ilusiones… o ser simplemente “el tipo”, de El Gran Lebowsky de los hermanos Coen.

Se pone las botas de “Wild Bill Hickock” con aspecto hippon, o es capaz de raparse completamente para enfrentarse a Iron Man. Y estos son solos los últimos ejemplos. Porque Bridges ha madurado, crecido actoralmente y envejecido con estilo, personalidad, y sobretodo sin pretensiones. Ha sabido aceptar roles menores y secundarios, así como protagónicos. Autores independientes e industriales. Cantar, bailar, pelear…

Hace 30 años atrás Bridges debutaba oficialmente (participó al año de vida en una película y más tarde en las series protagonizadas por su padre, el gran Lloyd). En 1971, fue el gran protagonista de La Ultima Película de Peter Bogdanovich, en un rol melancólico querible y creíble, un adolescente honesto, confundido, pero bienintencionado. Volvió a ser nominado como compañero de Clint Eastwood en Thunderbolt and Lightfoot, opera prima de Michael Cimino. Volvió a ser nominado como protagonista de Starman, de John Carpenter.

Tiene una mirada única, contempladora y asombrosa, únicamente compartida por su hermano Beau (otro gran actor pero con menor suerte para las películas).

Bad Blake, el personaje protagónico de Loco Corazón está creado para emocionarse, para ser vivido y conmover fácilmente, identificarse a la vez con la platea, tanto por su vulnerabilidad, su gracia y carisma, como por su perfil más oscuro como alcohólico. Se trata del típico cuento de redención de una estrella caída que le gusta tanto a los estadounidenses y a la Academia: una mezcla entre The Ram, el inolvidable luchador interpretado por Mickey Rourke (una verdadera estrella caída) y Nicolas Cage en Adiós a las Vegas. Quizás haya cierto remordimiento por no haberle dado el premio el año pasado a Rourke (igualmente competía fuertemente con Penn en otro personaje típicamente oscarizado), pero al igual que ambos, Bad Blake es ficticio, por lo cual no hay licencias en el medio.

Bad Blake es un cantante venido a menos. Fue tutor de Tommy Sweet (Farrell, por primera vez creíble y no sobreactuado en un rol), un cantante country que se ha hecho inmensamente popular. Llena estadios y tiene un equipo técnico gigante. En cambio, Bad Blake, que se da a entender que tuvo en algún momento popularidad, tiene que arreglarse cantando en bares, vagabundeando de un pueblo a otro, siempre en su vieja furgoneta y con la misma guitarra. Su pasión por la música es tan imponente como lo es la pasión por las mujeres y especialmente el alcohol, que lo tiene a mal traer en todo momento.

En el medio conoce a Jean (Gyllenhaal, natural, soberbia en un rol menor a comparación de otros que hizo) una madre soltera y aspirante a periodista. Previsiblemente lo que empieza siendo una amistad y buena química termina en una relación romántica que le hace replantear a Bad Blake, el hecho de que por el bien de su salud, la de ella, y su pequeño hijo, que enloquece a Blake, así como para inspirarse musicalmente, debe terminar con el alcohol.

La películas es la típica lucha del antihéroe contra su enfermedad interna, que por un lado, es como una marca de su arte, pero por otro (al igual que en El Luchador) será la cruz en su vida, sino la agarra a tiempo.

Se puede decir a favor del ex actor secundario Cooper, que trata de no caer en golpes de efecto demasiado bajos o demasiado lacrimógenos convirtiendo la película en una telenovela, pero tampoco evade los clisés y estereotipos del género, incluido un hijo adulto abandonado. Nada demasiado original o inspirado. Y se nota que fue pensada para televisión. La fotografía de Barry Markowitz se destaca a la hora retratar paisajes (realmente hermosos), así como algunos interiores oscuros, pero también tiene escenas de notables errores de continuidad lumínica que distraen del drama principal.

Una de las cualidades de la interpretación de Bridges es su naturalidad. A diferencia de otros actores que hacen una transformación completa cuando encaran un rol así, a Bridges no parece costarle para nada, ni cantar, ni bailar, ni amar, ni emborracharse. Esa simbiosis entre actor y personaje, sin perder el hilo, el punto de vista o amagar en caer en la sobreactuación es lo que generó la gran repercusión de Loco Corazón.

Sí, la banda sonora de Burnett y Ryan Bingham es otro punto atractivo para todo aquel que le guste la música country. Las canciones son pegadizas (recomiendo escuchar el soundtrack), uno siente realmente estar en un recital de Bridges y Farrell, que forman una gran pareja musical.

La química con Gyllenhaal es maravillosa también. Y Robert Duvall, hace casi un cameo como el “amigo” de Bad Blake. Un personaje que le sale bastante natural, muy alejado de los inolvidables que interpretara en el pasado para Coppola.

¿Bridges se merecía el reconocimiento? Sí, pero quedará en el gusto de cada uno determinar si supera a Renner, Firth, Freeman o Clooney.

Loco Corazón es una película sencilla y poco pretenciosa, hecha a la medida de Bridges. Un cuentito con moraleja obvia y subrayada (sobrio te va a ir mejor en la vida, cuestión de karma), creíble, mil veces visto, para ver relajado y olvidarse a los pocos minutos de salir de la sala.