Loco corazón

Crítica de Damián Gerzenstein - Ojo al parche

Muchos han señalado, en ese afán por querer siempre comparar, que esta película era El luchador de este año. Y lo cierto es que la comparación no es del todo caprichosa. Como en aquel film de Darren Aronofsky, aquí tenemos un personaje en decadencia que alguna vez fue el mejor en lo suyo, pero que ahora sólo es apreciado por sus pocos y leales fans. Y, como en ese film, la cinta no tendría razón de ser si no fuera por su actuación central. Así como en El luchador Mickey Rourke cargaba sobre sus espaldas el peso de la película, entregando una actuación que lo puso nuevamanente en los primeros planos, aquí Jeff Bridges es quien se carga la película. Aunque en su caso, a diferencia de Rourke, lo suyo es una continuidad en lo que ha sido una carrera casi intachable.
Bad Blake es una leyenda de la música country que, ya lejos de sus mejores años, recorre las rutas de USA para tocar en pequeños bares de pueblos perdidos. Para hacer que su existencia sea más llevadera, se entrega a la bebida las 24 horas del día, por lo que sus actuaciones a veces terminan antes de lo previsto. Además, tiene que aguantar ver cómo Tommy Sweet, un joven al cual él le abrió el camino de la música country, es hoy la máxima estrella del género. En uno de sus viajes, en la ciudad de Santa Fé, Bad conoce a una joven reportera (Maggie Gyllenhaal), madre soltera, con la que empezará una relación. Pero la adicción de Bad a la bebida será un obstáculo difícil de superar para ambos.

Lo primero que hay que decir de este film es que no tiene muchas cosas originales para contar. Creo que cualquiera que haya leído las líneas previas notará que es una historia que les suena familiar. Pero lo mejor que tiene la película es, justamente, todo lo que no es: melodramática, efectista, exagerada. Esto sin dudas es en gran parte gracias a Bridges, quien tiene una forma de actuar tan natural que jamás da la impresión de estar, justamente, actuando. Con un look que hace acordar mucho a Kris Kristofferson, Bridges entrega una imagen completa de este músico acabado. Lo que vemos en pantalla no es un personaje, sino una persona. Si Bridges merecía o no el Oscar por este trabajo es un tema debatible (como con todos los premios). Si vamos al caso, este actor ha entregado actuaciones de similar calidad a ésta varias veces. Pero digamos que el hecho de que Jeff Bridges finalmente tenga un Oscar en su repisa no es para nada injusto.

La película se puede ver, aunque como dije no presentará ninguna sorpresa, y es muy posible que más de uno se aburra con la historia. Dependerá de su estado de ánimo y de la conexión que sienta con este solitario personaje que ha alejado sistemáticamente a sus seres queridos. Aquellos que aprecien también el valor de un actor con todas las letras, tendrán mucho para disfrutar. Y si les gusta la música country (cosa extraña en nuestro país), la banda de sonido es muy buena. Y Bridges canta realmente bien, por si le faltaba algo.