Leyenda: La profesión de la violencia

Crítica de Diego Batlle - La Nación

Cine y gángsteres, una fructífera sociedad

Ronald "Ronnie" Kray y Reginald "Reggie" Kray fueron dos hermanos gemelos que se convirtieron en amos y señores del East End londinense de los años 50 y 60. Míticos gángsteres que alcanzaron incluso un estatus de culto dentro de la historia y la cultura inglesas, sus vidas habían sido retratadas por Peter Medak en El clan de los Krays (1990. Ahora fue Brian Helgeland, director de Revancha y guionista de Los Ángeles: al desnudo y Río místico, quien escribió a partir del libro The Profession of Violence, de John Pearson) y filmó el ascenso, apogeo y caída del dúo.

Pero en esa introducción falta un nombre -fundamental- de este proyecto: Tom Hardy. El actor de Batman: El caballero de la noche asciende, La entrega y Mad Max: furia en el camino interpreta en Leyenda a los dos hermanos. Por un lado, al mujeriego, avasallante y carismático Reggie; por otro, al paranoico, inestable y conflictuado Ronnie. Lo hace, en ambos casos, de manera convincente, demostrando que es uno de los artistas más multifacéticos y completos de su generación.

Más allá de que recicla unos cuantos elementos básicos del subgénero de mafiosos (léase desde las incursiones de Martin Scorsese hasta las más recientes de Guy Ritchie), Leyenda tiene varios hallazgos que la distinguen: el punto de vista femenino -está contada desde la perspectiva de Frances (Emily Browning), la inocente esposa de Reggie que encarna la dimensión moral del relato-, la manera en que aborda la homosexualidad de Ronnie, la calidad de varios de los intérpretes secundarios y la forma en que está reconstruido el mundillo del East End en los Swinging Sixties. En ese sentido, ese sólido artesano que es Helgeland se nutrió con los aportes del brillante director de fotografía Dick Pope, el diseño de Tom Conroy y la música de Carter Burwell. Todos esos atributos hacen de Leyenda un más que digno exponente del cine de género. Los gángsteres y el cine, una sociedad que sigue dando buenos frutos.ß Diego Batlle

Ronald "Ronnie" Kray y Reginald "Reggie" Kray fueron dos hermanos gemelos que se convirtieron en amos y señores del East End londinense de los años 50 y 60. Míticos gángsteres que alcanzaron incluso un estatus de culto dentro de la historia y la cultura inglesas, sus vidas habían sido retratadas por Peter Medak en El clan de los Krays (1990. Ahora fue Brian Helgeland, director de Revancha y guionista de Los Ángeles: al desnudo y Río místico, quien escribió a partir del libro The Profession of Violence, de John Pearson) y filmó el ascenso, apogeo y caída del dúo.

Pero en esa introducción falta un nombre -fundamental- de este proyecto: Tom Hardy. El actor de Batman: El caballero de la noche asciende, La entrega y Mad Max: furia en el camino interpreta en Leyenda a los dos hermanos. Por un lado, al mujeriego, avasallante y carismático Reggie; por otro, al paranoico, inestable y conflictuado Ronnie. Lo hace, en ambos casos, de manera convincente, demostrando que es uno de los artistas más multifacéticos y completos de su generación.

Más allá de que recicla unos cuantos elementos básicos del subgénero de mafiosos (léase desde las incursiones de Martin Scorsese hasta las más recientes de Guy Ritchie), Leyenda tiene varios hallazgos que la distinguen: el punto de vista femenino -está contada desde la perspectiva de Frances (Emily Browning), la inocente esposa de Reggie que encarna la dimensión moral del relato-, la manera en que aborda la homosexualidad de Ronnie, la calidad de varios de los intérpretes secundarios y la forma en que está reconstruido el mundillo del East End en los Swinging Sixties. En ese sentido, ese sólido artesano que es Helgeland se nutrió con los aportes del brillante director de fotografía Dick Pope, el diseño de Tom Conroy y la música de Carter Burwell. Todos esos atributos hacen de Leyenda un más que digno exponente del cine de género. Los gángsteres y el cine, una sociedad que sigue dando buenos frutos.