Leopardi, el joven fabuloso

Crítica de Iván Steinhardt - El rincón del cinéfilo

La vida en sí misma está contada en el cine, pero también algunas vidas en particular. Historias de hombres y mujeres que se han destacado en distintas ramas se han convertido en biografías cinematográficas, ahora las llaman biopics. Un punto interesante, siempre partiendo de la premisa de contar una historia, sea sobre quien sea, es ver o interpretar la intención detrás de la realización.

¿Por qué la vida de William Wallace, la de Steve Jobs, la de Mozart o la de Bairoletto? ¿Qué podemos sacar en limpio a partir de conocer sus derroteros? ¿Hay oportunismo en estos casos? Parecería ser una suerte de axioma para el cine mundial. “Alguien” se destacó por “algo”; pero tuvo que pasar las de Caín para llegar a ello y a veces el reconocimiento llegó tiempo después. Siglos, a veces. ¿Entonces? ¿Se busca reconocer eso? ¿Su lucha? ¿Redimirlo? ¿Redención? Funciona claramente en la sensibilidad de los espectadores. Ahora, ¿funciona cinematográficamente? Sin ir más lejos, “La teoría del todo” (2014) es la historia del “aguante” de Jane Hawkinsante la enfermedad de su marido Stephen Hawkins; pero James Marsh no supo contarla sin incluir largos pasajes para el lucimiento de Eddie Redmaine en el papel del científico-filósofo (Oscar incluido) en desmedro del eje central.

Este es el turno de Giacomo Leopardo, prolífico y precoz poeta italiano con múltiples logros a su favor (lector avezado, poeta críptico sobre la vida, políglota, ensayista), mientras sufría enfermedades tremendas como raquitismo, ceguera paulatina, etc, pero sin la tecnología a su favor porque esto ocurría a fines del siglo XVIII y principios del siguiente. El sufrimiento garpa en el cine, y sobreponerse o triunfar sobre el mismo, ni hablar.

“Lepoardi, el joven fabuloso” tiene en la prolijidad y en la búsqueda de la exactitud de la recreación de época sus mejores virtudes, lo demás tiene que ver con la elección de un relato tradicional, directo y conciso que se apoya en los talentos de Renato Berta como director de fotografía (por momentos se parece al trabajo de Vittorio Storaro) y en la dirección de arte de Carlo Resicgno. El texto se ocupa de plasmar los estados de ánimo del gran poeta contando en forma cronológica algunos pasajes de su vida en los cuales se van insertando varias poesías que, lejos de estar declamadas teatralmente por Elio Germano, de brillante composición actoral, son dichas como parte de una prosa. Como parte de un diálogo, a veces muy internalizado en el cuerpo y la voz del actor.

En toda esta puesta, irrita y molesta la insólita inclusión de música en inglés que se intuye como un capricho, una devolución de favores o vaya a saber qué. “Lepoardi, el joven fabuloso” es un pantallazo cuya base argumental parece extraída de lo que se puede leer en Wikipedia. Es un muestrario de museo sobre la vida de uno de los más grandes artistas de la literatura universal, en el cual nadie saldrá del cine sin saber quién fue y cómo influyó en los siglos siguientes, pero tampoco habiendo visto un ejemplo de los que significa tomar riesgos. En este sentido, el retrato está lejos del retratado.

N. de la D.: La copia que se proyecta en el BAMA, lamentablemente presenta baja calidad de imagen.