Lejos de ella

Crítica de Iván Steinhardt - El rincón del cinéfilo

Si la cosa sigue así yo no sé dónde vamos a parar

“Si la cosa sigue así yo no sé dónde vamos a parar”, decía mi finado abuelo. Uno ve el mundo hoy, su tierra en particular, y no puede evitar hacer propia esa frase. Les pasa y les toca a todos en todo el mundo. En china también. Y ese disparador es la base sobre la cual el director Zhangke Jia planta bandera respecto de la situación coyuntural por la cual siente su país y está atravesando, agregándole a esto una escéptica mirada de aquí a unos años.
Dejó de lado la sutileza que supo ostentar en joyas como “Naturaleza muerta” (2007) o “The world” (2005), para darle paso a otro tipo de mensaje, no de denuncia, tal vez de advertencia. Como muestra de botón contundente la primera escena de “Lejos de ella” es toda una declaración de principios. Casi un titular de diario.
Un grupo de jóvenes (o sea la siguiente generación) baila una canción llamada “Go west” en versión del dúo británico Pet Shop Boys. “Al Oeste / la vida es pacífica allí / Al Oeste / In el cielo abierto / Al Oeste / Nena vos y yo / Al Oeste / Es nuestro destino”, dice la letra. Pero esta coreografía es de bailarines chinos, en China. ¿Hace falta decir más?
EL guión del propio realizador divide el texto en tres actos a partir de la historia de tres personas. Tao (Shen Tao), una empleada, Zhang (Yi Zhang), un tipo de la camada de los nuevos ricos (con suficiente plata como para confiar en su poder), y Liangzi (Jing Dong Liang) trabajador en una mina de carbón.
Luego del comienzo musical veremos a los tres en 1999, en edad estudiantil conviviendo en los albores del nuevo siglo. Los tres son amigos, pero mientras que Liangazi la desea furtivamente, Zhang se lanza abiertamente a la conquista ostentando bienes materiales como discurso de la seguridad para el futuro, “un buen partido” dirían las abuelas. Tao está en la suya, pero de alguna manera siente que hay una decisión para tomar.
El segundo acto traza una elipsis de 15 años en la vida de los tres. La cosa es muy distinta. Ese lejano 1999 parece inocente ante la contundencia del poderío económico y la diferencia que este establece a nivel cultural. Tao no puede obtener custodia legal de su hijo. Pasaron los años para los tres y lejos de haber aprendido la lección, la situación recrudece bastante. Luego la acción se trasladará a un hipotético 2025 en Australia, en donde el director lanzará su alegato final para nada esperanzador.
Está claro que la lectura política es la estrella de “Lejos de ella”, pero el realizador emplaza una coyuntura que se interpreta a través de los personajes, elección por demás acertada, para nunca alejar el factor humano de la mente del espectador. Como si quisiese mostrar que cualquier consecuencia está en manos del hombre y su capacidad de aferrarse a valores más universales que materiales, y si la historia de estas personas se cuenta a lo largo de 25 tampoco es casualidad. Supone, el cineasta, que ese tiempo bien puede ser el tiempo útil para juzgar los actos de cada generación una vez que esta es lanzada a su propia suerte por efecto del crecimiento biológico e intelectual
En este sentido contar todo en tres actos algo dispares entre sí, pero narrativamente contundentes, hace a la idea de dividir los períodos de la vida (¿útil?) de una persona y analizarlos según sus circunstancias.
El hecho de que esto ocurra en China con una mirada temerosa hacia la influencia de la cultura occidental no deja de universalizar el discurso. Los virajes pueden ser graduales o repentinos, pero nunca ocurren de un día para el otro. Nunca más actual este concepto y si no basta con ésta película, fíjese en el brutal cambio en nuestro país. Zhangke Jia hace su advertencia, con tintes fatalistas si se quiere, pero advertencia al fin. Si es para bien y para mal, dependerá de nosotros.