Legión de ángeles

Crítica de Claudio D. Minghetti - La Nación

Cuando los ángeles se pelean a brazo partido

En el film de Scott Stewart hay un mensaje esperanzador

Antes de los títulos, una voz en off asegura que la decisión de desatar el Apocalipsis tiene una explicación sencilla: "Quizá Dios se ha cansado de tanta mierda". La cosa se pone complicada en Paradise Falls.

En una parada de ruta en el medio del desierto coinciden hombres y mujeres bastante diferentes entre sí, aunque todos están al filo de ser derrotados por la vida. La joven camarera del lugar, a punto de convertirse en madre soltera, encierra en su vientre una mínima esperanza de evitar el fin de los tiempos. Lo que de inmediato ocurrirá en ese lugar será aterrador: aparecerá de la nada una anciana que come carne cruda, camina por las paredes cual alimaña y destroza carótidas; un heladero que muta a arácnido, un sinfín de automóviles conducidos por ¿zombis? que tienen como meta destruir al niño por nacer. También un ángel con una misión, que se resiste a la oscuridad resuelta por su Jefe celestial. Lo que sigue es casi un aquelarre con cuestionamientos de cada uno de estos desconocidos, confesiones que permiten ver a auténticos humanos reconociendo sus errores y aceptando que es posible ser mejores.

Legión... es la historia de este grupo conducido por un ángel tozudo, y bien munido de ametralladoras, dispuesto a demostrar que hay esperanzas. "Los perros de la guerra han sido desatados", le dice poco antes el arcángel Gabriel al soldado Michael, quien, en secreto, guarda la esperanza de redimir a la especie humana de los pecados cometidos. Pero, ¿podrá lograrlo? "Tú le diste lo que pedían, y yo lo que necesitaban", le retrucará Miguel a Gabriel, en la batalla de ángeles final.

La idea de Legión... es muy fuerte. Dentro de los cánones de un cine híbrido es acertada y quizá marque un hito dentro del rubro fantástico sui generis , en el que se mezclan entretenimiento con fe crepuscular. Esto impone cambiar el juicio de "acertada" por el de "sorprendente", más allá de sus metas obviamente religiosas.

Buenos encuadres, efectos que no necesitan demasiada grandilocuencia sino un buen manejo de la iluminación, ritmo sostenido e interpretaciones convincentes dentro de los cánones del género y un final en el que Dios desafía a estos luchadores, completan una historia que, por suerte, da mucho más de lo que prometía.