Lazos de sangre

Crítica de Sebastián Nuñez - Leer Cine

LA PASIÓN DE REE

Escapando de algunos de los vicios que más afectan a las producciones independientes norteamericanas, Lazos de sangre (Winter´s bone) se presenta como un particular e inquietante thriller –bien logrado- en el hacen equilibrio lo sórdido con lo misterioso, y en medio del cual se erige le excepcional figura de su protagonista.

Ree Dolly es una joven de diecisiete años que vive en una precaria casa junto a sus dos pequeños hermanos (un niño y una niña) y una madre enferma. La escasez de alimentos, y el frío invierno que se vive en la región de las montañas Ozark (Missouri, interior profundo de los Estados Unidos) terminan de completar su sombría realidad. Pero como siempre todo puede empeorar, un día se entera de que su padre (desaparecido desde hace algunas semanas) dejó como garantía de su fianza la propiedad, y si no se presenta en breve frente a la justicia, será expropiada. Debido a esto, Ree debe emprender la busca de su padre, y tal empresa es lo que da origen a la narración de Lazos de sangre, que es a su particular modo un thriller, un retrato sobre las miserias y la sordidez de una región particular y también, yendo al sentido más profundo, un relato de iniciación y, sobre todo, la representación del martirio sufrido –y asumido- por un ser excepcional: Ree.

La condición esencial de toda figura heroica es la de preguntar. Esto, claro, no siempre tiene que ser literal, sino que puede estar traducido en diferentes tipos de acciones, pero en esencia el preguntar es lo que impulsa la tarea del héroe. O para decirlo de una manera más clara: el héroe (heroína en este caso) es quien busca que la verdad termine por revelarse. En Lazos de sangre esto es literal, ya que Ree tiene que ir preguntando a los diferentes conocidos y allegados (muchos de ellos familiares) si saben dónde está su padre, o qué pasó con él. Claro que esta insistencia en saber incomoda a todos y deja entrever (al menos parcialmente) la miseria moral que reina en la zona. Lo que va encontrando la protagonista en su camino es una red de mentiras y ocultamientos que van imprimiendo suspense al relato, transformado lo que en principio se presenta como una película de estilo Indie (lenta cadencia, registro realista, minimalismo) en algo más. Y ese algo más está en gran medida dado por el fuerte fuera de campo que se instala: la figura del padre de Ree (Jessup), su paradero o la posibilidad de que esté muerto, las razones de su desaparición, la identidad de los responsables y el verdadero funcionamiento de una comunidad que por momentos parece actuar como una terrorífica sociedad o secta secreta, constituyen un gran misterio, otro mundo del cual apenas podemos ver (junto a Ree) destellos. Si lo que vemos es pura sordidez y violencia, lo que no vemos se vuelve aún más fuerte, por inquietante, pero también porque lo sospechamos más importante, fundamental. Y es justamente este excelente uso del fuera de campo (exclusiva y esencial herramienta de la estética cinematográfica) lo que atraviesa el relato para darle sostén y llevarlo hacia un lugar más rico que el que suelen presentar varias de las producciones de carácter independiente que optan por quedarse en el minimalismo y el esteticismo (ya sea este artificioso o realista, lo mismo da).

Estos elementos son los que además permiten que Lazos de sangre se aparte del retrato sociológico y de la denuncia, para establecer reglas propias y dar lugar a un mundo concreto y particular, que no es otro que el propuesto en y por el propio film. Si bien puede llegar a tocar ciertas cuestiones sobre la realidad de esa región de Missouri, este aspecto está integrado a una totalidad mayor: la propia película. Y en medio de todo esto está Ree, figura a partir de la cual el relato cobra sentido, porque en definitiva si de algo trata el film es sobre su condición excepcional y del sufrimiento que ello le genera. El camino que emprende está lleno de instancias que la conducen a lo más bajo, a sufrir psicológica y físicamente la violencia en la que todos los habitantes de la región viven. Sin embargo, Ree jamás pierde su inocencia, y eso es su excepcionalidad. Es inocente porque no está contaminada por ese otro mundo que antes mencionábamos, ese que está fuera de campo y en el que todo el resto también habita. Ese mundo que no vemos, terrible, origen de todo mal, es un lugar al que Ree nunca accedió y pese a todo lo que vive, jamás accederá. Ella ofrece su sufrimiento en pos del bienestar de sus hermanos y su madre. Es todo caridad, y pese a que en un par de ocasiones le diga a otro personaje que ella es una “Dolly (su apellido) hasta los huesos”, simplemente es alguien distinta. Y más allá del significado que la frase tiene en la línea argumental del film, ésta también funciona en otro nivel. Es una frase cuya función es polémica, ya que en realidad su verdadero sentido es opuesto. Ree no es igual a su padre ni su tío Teardrop (hermano del primero), ella no está contagiada por el mal, y si esa frase es puesta en su boca es para que pensemos justamente en ello. Si ya hemos visto que ella, claramente, no es igual a su familia, escuchar esas palabras nos hace pensar en una contradicción de sentidos, y una vez entendido esto, terminamos de comprender que lo buscado por la directora es reforzar la singularidad de la heroína.

La última escena, sutil, bella, triste y paradójicamente también luminosa, termina por concluir el sentido de todo el film y la condición de su personaje principal. Una vez resuelta la urgencia (mantener la casa para sus hermanos y madre), incluso con algún rédito más (acontecido en otro misterioso fuera de campo) Teardrop se pone a tocar el banjo de su hermano. Luego de hacer sonar torpemente algunos acordes, confiesa que era su hermano el que realmente sabía tocar. Después le dice a Ree que ya sabe quién mató a Jessup. Minutos antes, el mismo personaje había dicho que nunca debería saber eso porque en caso de averiguarlo tendría que pagar con su vida. Así entonces, al decir que lo sabe, no hace otra cosa más que despedirse, ya sea para ir a vengar a su hermano y luego ser víctima de una posterior venganza en su contra, o para simplemente esperar que vengan a por él. Y al partir deja el banjo, que ahora está cargada de significado. Ya no es un simple instrumento, sino que pasa a simbolizar toda la miseria familiar a la cual Teardrop (que primero se presentó como un personaje opuesto a su sobrina para finalmente ayudarla) ya no puede escapar, y que siempre estará ahí, latente, pero de la que Ree, como decíamos, es capaz de mantenerse apartada. Su inocencia y caridad la mantienen a salvo. Así lo hemos visto a lo largo de todo el film, que a fin de cuentas no es otra cosa más que la historia de su pasión.