Lazos de sangre

Crítica de Marcelo Oliveri - El rincón del cinéfilo

Conmovedora realización con labor consagratoria de Jennifer Lawrence

He aquí un digno ejemplo de cine independiente estadounidense que llega con 4 nominaciones.

La realización de Debra Granik narra la historia de Ree (Jennifer Lawrence), una chica de apenas 17 años que tiene que ocuparse de mantener un hogar disfuncional. Su madre es prácticamente autista, además tiene dos hermanos pequeños y, como si fuese poco, su padre es un narcotraficante que previo pago de una fianza ha salido de la cárcel, que la comunidad desprecia por soplón, siendo perseguido por quienes pagaron la fianza, informando a Ree, como cabeza de familia, que de no presentarse perderían la casa que él había dado como garantía.

El filme es un relato conmovedor de relaciones humanas prácticamente perdidas y muy difíciles de remontar a esta altura. Escenas crudas, violentas y dramáticas componen esta trama de 100 minutos.

El segundo largometraje de Debra Granik (“Down to the bone”, 2004) es llevado con mano segura y pensamiento claro, tanto en el planteo técnico como en la dirección de actores, trasmitiendo credibilidad a los personajes y a la inhóspita zona de Missouri donde impera el código de silencio cuya traición implica sentencia de muerte.

Digna de destacar es la actuación de Jennifer Lawrence (20 años, segundo largometraje, “Lejos de la tierra quemada” -2008-), toda una revelación como la adolescente que carga con autoridad toda la película sobre sus espaldas. Completan la plana mayor del elenco John Hawkes (componiendo al violento, áspero y sensible Teardrop), Isaiah Stone, Ashlee Thompson, Valerie Richards y Shelley Waggener conformando un plantel sólido en apoyo de la protagonista, completado con apropiada selección de habitantes de la zona de rodaje.

Todo lo que se ve en la trama es creíble, la denuncia ecologista, el thriller de suspenso y lo podrido que está la sociedad, en un ámbito y atmósfera ásperos, de pobreza lindante con la miseria, que en algún sentido puede traernos reminiscencias, por ejemplo, de “Viñas de Ira” (John Ford, 1940), de un país que Hollywood barre bajo la alfombra, que ignora olímpicamente.

Obras con éstas característica y de ese origen no es común que llegue a los cines de nuestro país. Quizá gracias a las nominaciones de los Oscar, máxime si logra alguno de ellos, pueda convertirse en un filme de visión masiva.

La presencia de “Lazos de sangre” en la cartelera evidencia que en los Estados Unidos también hay productores, guionistas y realizadores preocupados por temáticas y conflictos desestimados por la industria fílmica, como sustancial aporte de buen cine.