Lazos de sangre

Crítica de Fredy Friedlander - Leedor.com

De los ahora diez largometrajes seleccionados a mejor película, modalidad iniciada el año pasado, cuatro ya han sido estrenados localmente durante el 2010. “Lazos de sangre” (“Winter bone”) completa la primera mitad, mientras que un intenso febrero en lo cinematográfico espera los cinco títulos restantes.

Dirigida por la casi debutante Debra Granik, esta producción norteamericana independiente, premiada en Sundance y otros festivales, sorprende al estar compitiendo contra films de realizadores consagrados como los hermanos Coen, David Fincher, David O.Russell y Daniel Aronofsky, seleccionados además en la categoría mejor director.

De sus cuatro nominaciones: película, guión adaptado, actor de reparto y mejor actriz sólo esta última tendría alguna, remota es verdad, chance de ganar merced a la excelente interpretación de, la hasta ahora desconocida, Jennifer Lawrence. Ella personifica a Ree, una joven de 17 años, que vive en las pauperizadas montañas del estado de Missouri con padre físicamente ausente y madre ídem pero en lo mental, ocupándose de sus hermanos menores de 12 y 6 años.

Desde el mismo comienzo de la historia se perfila la presencia perniciosa de la droga, que le ofrece un personaje secundario y que Ree rechaza por ahora (“not so far”). Se la ve desesperada echándole en cara a la madre su “ausencia” y pidiéndole en vano que la ayude por una vez. La comida no abunda y sobre la familia pende la amenaza de que los echen a la calle si no pagan dentro de una semana la deuda (fianza) que dejó el padre. Sólo en caso de poder demostrar que el progenitor está muerto podrán permanecer en su hogar. Aparece entonces en acción Teardrop, el tío y hermano del padre (el nominado John Hawkes), un personaje ambiguo que en el fondo teme a su sobrina Ree a la que le reconoce su inteligencia en una escena en que le afirma que el padre, pese a sus defectos, nunca fue un soplón como por ahí se afirma.

Hay escenas que constituyen verdaderos descensos al infierno como una temprana y muy lograda en un matadero y otra en un bote en que un grupo de vecinos la acompañan en la búsqueda del cuerpo (y las manos) del padre. No menos impactante es el momento en que a la joven protagonista la golpean entre varios en forma amenazante. La situación, ambientada en un país del primer mundo, no tiene nada que envidiar a lo que ocurre diariamente en sectores suburbanos de nuestra capital.

La única salida, parece afirmarse en más de un momento del relato, es la de que la chica se enrole en el ejército ya que le permitiría embolsar unos 40 mil dólares al cabo de unas pocas semanas. Pero siendo ella menor de edad y no estando sus padres “presentes” queda descartada, ante el consejo del comprensivo militar que la entrevista y le recomienda no enrolarse exclusivamente por el dinero.

Hacia el final, que no será lógicamente develado, con la aparición del banjo de su padre y algún alivio para los hermanitos (regalo de dos pollitos), se producirán algunas novedades en esta historia que muestra que también en el país del norte hay mucha miseria y desigualdad.

Recomendable por la ajustada dirección, el logrado clima y por sobre todo la estupenda interpretación de Jennifer Lawrence, toda una revelación.