Lazos de sangre

Crítica de Daniel Celina - ZonaFreak

Jennifer Lawrence nos hace acordar a Reneé Zellweger. Facialmente hablando, sólo eso. Si actúa mejor que la pepona de Down With Love aún no podemos discernirlo (tampoco es taaan difícil), pero en Lazos de Sangre contamos con un contundente parámetro como para seguir de cerca -y de modo auspicioso- la labor interpretativa de esta muchachita.
A la muchachita en cuestión le pasan todas: Un padre adicto al crack que desaparece sin dejar demasiados rastros, una mamá cuyo cerebro ya no carbura (ó carbura en una sintonía diferente a la del resto) y dos hermanitos menores (nene y nena) que tienen el hambre suficiente como para aprender a cazar animalitos silvestres.
A este captíulo de Bob Esponja tan tierno y colorido hay que sumarle un tío turbio, una amiga fiel y un grupo de violent femmes dispuestas a silenciar a la muchachita así sea de modo violento y -por qué no- miserable. El silencio imperativo que pretenden generar en nuestra muchacha tiene que ver con las tramoyas de su padre, que evidentemente hizo algo más que drogarse y desaparecer sin dejar prenda. Entre las cosas que hizo se puede contabilizar poner la casa de la familia a modo de fianza para costear su último hospedaje carcelario. Si papá no aparece, se ejecuta cierta deuda que deja en la calle -ó en medio de la ruta, ó en lo más recóndito de un bosque absolutamente espeluznante- a la cría completa. Y el invierno amenaza con congelar todo, inclusive las tripas de las ardillas. Perder el techo no es opción, y se hace imperativo salir a buscar a papá, no tanto para desandar su camino y descubrir sus deseos, pasiones e historia… si no mas bien para terminar con el suplicio hipotecario y enterrar sus descompuestos restos como corresponde. Por que tenemos un mundo de posibilidades para elegir: Quizá lo descuartizaron y se lo dieron de comer a los cerdos del vecino. Tal vez lo mandaron a matar. Probablemente se suicidó. También podría ser que no se murió nada. Andá a saber.
Y allí está Ree (Jennifer Lawrence), ajena a todo lo que no sea llegar a la verdad, paseando sin historia por un museo de rednecks de ésos que cuando menos lo esperás pueden tirarte una taza de agua hirviendo en la cara y desfigurarte. Recibirá alguna ayuda (no demasiada, más ambigüa y sugestiva que otra cosa) y transcurrirá las situaciones más miserables y crueles sin perder la lozanía de sus cachetitos.
Lazos de Sangre introduce a una excelente y muy joven actriz en un panorama que a los cinco minutos de iniciado el metraje reconocemos absoluta e inquebrantablemente desolador, sin chances de fiesta exceptuando relámpagos de belleza ó de oxígeno traducidos en pollitos jugando sobre vehículos carcomidos por el óxido ó una celebración de cumpleaños con una vieja alucinante (Marideth Sisco, diosa pagana del bluegrass, http://maridethsisco.com) interpretando melodías símil Dónde Estás, Hermano.
El resto, depende de cómo se vea: Como una linda laceración en forma de película ó como un ejercicio bastante sado consistente en generar situaciones más y más embromadas (realmente una putada atrás de la otra) hasta lograr que finalmente la preciosa e inquebrantable Ree -a esta altura una escultura de mármol- se largue a llorar como la niña de 17 años que es. Y que Jennifer se gane una -merecida, carajo- nominación al oscar.