Las marimbas del infierno

Crítica de Rodrigo Chavero - El Espectador Avezado

Power trío guatemalteco en clave tercermundista

Debe ser la primera vez en mi vida que veo cine guatemalteco. Mientras entraba al Gaumont, trataba de recordar si algo de esa filmografía había llegado a mi videoteca y el resultado era negativo: no es una región en la que haya mucho desarrollo de la industria local y no hay noticias de que alguna de sus producciones hayan logrado estrenarse aquí alguna vez, comercialmente. No llegué a verla en el BAFICI de este año aunque se que participó de la competencia oficial (Mención Especial) y sumó reconocimientos a su larga carrera internacional (Gran Premio del Jurado en Miami , "Flechazo" de Encuentros de Cine de América Latina en Toulouse, Francia; Mejor Largometraje Documental -cosa extraña- en Morelia, Mexico y Premio Especial del Jurado, en Torino, Italia, todos entre 2010 y el año en curso). Indudablemente, leer sobre tal unanimidad (sus valores) en festivales tan distintos, nos llevó a verla y comprobar in situ las bondades del nuevo cine guatemalteco, o al menos, de su director Julio Hérnandez Cordón. La verdad es que es un film original, extraño, dotado de un regionalismo particularmente universal (sí, su mayor mérito) y una realización modesta que flaquea en todos los rubros técnicos, de principio a fin.

La marimba es un instrumento de la música popular de Guatemala. Es como una especie de xilofón encajonado en una plataforma de madera y su sonido es muy particular. Ella es la responsable del nombre de la cinta. "Marimbas del infierno " es la historia de un hombre común, Don Alfonso (Alfonso Tuché), músico al que le cuesta conseguir trabajo en su actividad: los tiempos ya no son lo que eran. Su actividad no es requerida y encima, el único lugar en el que todavia toca, lo despide en los primeros minutos de proyección. Deprimido por su mala suerte, se niega a dejar su pasión y busca sobrevivir como puede a la crisis laboral, escucha los consejos de un pendenciero guapo de su barrio llamado "Chiquilín" (Víctor Hugo Monterroso) quien le dice que hay que mutar la dirección musical de su repertorio y trata de cambiar su estilo para tratar de sobrevivir. La estrategia será fundirse con el heavy metal que propone un colega que se encuentra en el lado opuesto: el carismático Blacko (Blacko González), también músico alternativo quien acepta el desafío de formar una nueva banda que integre las dos corrientes de manera singular. En otras palabras, conciben una idea delirante (aunque tan mal no suena, aunque el vocalista desafina de una manera...) y se disponen a intentar dar a conocer su material para hacerse conocidos y conseguir lugares para tocar. Hasta aquí lo que se puede contar del film...

Hay en "Marimbas del infierno", un aire puramente tercermundista, no sólo por lo limitado de sus recursos a la hora de llevarla adelante (que es natural por su carácter de independiente) sino por esa ingeniudad que tiene cuando elige seguir a Alfonso, quien se resiste a que el mundo actual extermine su profesión y lo prive de la actividad que lo define como sujeto. El transita un derrotero de contratiempos tristes que el espectador decodifica como pasos de comedia triste, aunque nunca llegan a tener la carga dramática que podrían destilar (el robo de su marimba, por ejemplo, en otro director sería una tragedia y aquí es vivido como un hecho negro, pero al que el grupo logra sobreponerse). Hay muchos grises en el relato, un sonido pobre que no ayuda a transmitir la riqueza de cada palabra del guión y un ritmo habitual a las películas hechas con poco presupuesto, mucha buena voluntad, actores amateurs y la firme convicción de un director que sabe que le interesa trasmitir y adonde llegar con su trabajo. Soñar es difícil para los hombres urbanizados, pero estos protagonistas entran y salen de ese estado (el anhelar el éxito) con una frescura increíble. Será su idiosincracia (siento que los argentinos no podríamos hacer un relato así, somos más...dramáticos, melancólcos...) pero la cinta tiene una impronta única: es una muy buena idea que llega hasta donde puede, merced a los elementos que puede unir para crearse. Nada más que eso. No hay que salir del cine y decir "si, Piratas del Caribe 4 la pasa por encima"... No tienen comparación. Esto es, mal que le pase a algunos, cine de autor. Es un artista de su medio expresando su visión de un recorte de su terruño, con lo que tiene a su alcance. Si tu idea no es acercarse a una geografía lejana y vivir una experiencia cultural distinta, ni se te ocurra mirar los horarios en cartelera.

"Marimbas del infierno" es una propuesta novedosa, aunque creo que una versión más "armada", explotaría mucho las filosas y divertidas aristas que la trama deja sin profundizar. Dos o tres guionistas de fuste y un trío protagonico carismático y esta historia se vuelve global y delirante. Cierro los ojos y veo a Zach Gallifianakis (The hangover) o Jack Black (necesito hablarles de él?) trabajando juntos una trama así, sería dinamita pura.

Digno, chiquito y singular estreno de un director latinoamericano que puede dar que hablar en el futuro.