Las locuras de Robinson Crusoe

Crítica de Javier Porta Fouz - La Nación

Un náufrago muy deslucido

De la gente que hizo Vamos a la luna, Las aventuras de Sammy (las dos) y Trueno y la casa mágica. Esto es, de los belgas y franceses que hicieron esas películas, mejores que la que toca en suerte esta semana. Porque, si bien no pasaban de ser narraciones más o menos estándar con algo de humor parcialmente acertado con una animación digital bastante decorosa, esas películas tenían bastante más atractivo que esta Robinson Crusoe, aquí retitulada con el agregado de la vieja plaga local de "las locuras de". En esta ocasión tenemos al náufrago más famoso, y a su plétora de animales comandados por el loro Tuesday-Mak, y a unos piratas, y la narración -en flashback- de la llegada de Crusoe a la isla, la desconfianza de los bichos, el reconocimiento del terreno y de las intenciones de cada uno. Y unos forzados villanos felinos con el pelaje bastante engrasado. Nada se sale de la obviedad, pero ése no es el problema principal: lo que hunde a esta película es la absoluta falta de brío, de ritmo, de movimiento para la aventura.

Una puesta en escena que centraliza la acción, que no juega con lo que está fuera de lo encuadrado (o diseñado), que no usa el espacio más allá de dos o tres momentos (al principio y al final), cuando las persecuciones tienen un mínimo de continuidad. Sí, unos cuantos bichos ostentan un lindo diseño, pero hablan demasiado y lo hacen menos para el humor que para la explicación constante, acción que también acomete la omnipresente música.